La Laguna ha dejado de ser un simple punto de paso de drogas para convertirse en un mercado importante, creciente y, por ende, disputable. Las informaciones proporcionadas recientemente por Centros de Integración Juvenil, la Dirección de Salud Municipal y las diferentes corporaciones policiacas de la región, así lo corroboran.
La marihuana y la cocaína concentran aún las preferencias de los consumidores de estupefacientes en la Comarca, aunque en los últimos años, sustancias como el “cristal” y el “éxtasis”, han ido ganando terreno.
El alcohol y el tabaco, drogas legales, están cada vez más al alcance de los menores de edad. En la última década, el consumo del primero por parte de los jóvenes se ha incrementado en un 20 por ciento a nivel nacional.
El problema de las adicciones crece y parece que no hay quién lo pare.
Actualmente no existe una estrategia eficaz de combate a las adicciones. Las corporaciones policiacas capturan vendedores y distribuidores ilegales y fuera de todo control, pero siempre aparecen más, se multiplican.
La rehabilitación de los dependientes no está al alcance de todos porque no existen las instituciones suficientes para desempeñar esta tarea.
La dinámica productiva, la crisis económica y la desgastante vida moderna golpean al núcleo de la sociedad, lo cual impide la formación de individuos sanos, en toda la extensión de la palabra y con las bases morales suficientes para enfrentar el mundo que les tocó vivir.
Más allá de caer en los juicios fáciles tendientes a la “satanización” de los adictos, y muy lejos de adoptar una postura de indiferencia, la sociedad en su conjunto -gobiernos, sector productivo, organizaciones sociales, instituciones educativas, padres de familia- debe hacer una profunda reflexión sobre el tema para tratar de entender la problemática, sus causas y efectos y así, poder articular una defensa eficiente.