Terminó 2004 y estas, las primeras luces de 2005, renuevan la esperanza de todos los mexicanos por acceder a mayores niveles de progreso y desarrollo. Sin embargo, las experiencias de lo que hoy resulta nuestro pasado cercano, obligan a una reflexión madura sobre el cúmulo de yerros, omisiones, confrontaciones y desatinos con los que nuestra clase política limitó las expectativas de bienestar y obligan a tomar una actitud más participativa y crítica para impedir que las pugnas partidistas vuelvan a secuestrar a la nación entera.
Los mexicanos no podemos seguir como rehenes de las muy particulares agendas partidistas o de grupo que evitaron, entre otras cosas, el aterrizaje de las llamadas Reformas Estructurales, planteadas como indispensables por los organismos cúpula de la Iniciativa Privada, el Gobierno Federal, varios gobernadores, incluido el de Coahuila y por el propio titular del Banco de México, Guillermo Ortiz y que quedaron reducidas en la mesa de las discusiones estériles.
2004 deja como amarga experiencia la imposibilidad real de lograr acuerdos, consensos en cuestiones fundamentales entre un Poder Ejecutivo con limitada capacidad de negociación y un Congreso dominado por una oposición que pondera, en todo momento, el juego de la sucesión presidencial adelantada. La clase política parece considerar como de tiempo de trámite lo que falta para la elección de 2006 y en el lance roban esperanzas y expectativas de progreso al país entero.
Queda entonces un llamado a la corresponsabilidad ciudadana, presupuesto indispensable para salvar los rezagos que impone nuestro errático despertar democrático. Sin la visión crítica y la participación efectiva de la sociedad en su conjunto, 2005 será otro año perdido en el marasmo de las luchas políticas y las confrontaciones de cuño sucesorio.
Año nuevo, esperanza renovada y un reto por vencer. La solución no está en las manos de esos, los principales actores de la escena política nacional -que ya demostraron de lo que son capaces o no de hacer- sino en el nivel de respuesta que los ciudadanos, para retomar el sendero en donde el interés mayoritario y el bienestar del país se impongan sobre todas las cosas.