Faltan 20 días para que termine la Administración Municipal de Guillermo Anaya Llamas y el añejo problema del servicio público del transporte quedará otra vez sin resolver.
En el Ayuntamiento 2003-2005, al igual que en la mayoría de los anteriores, se anunció un proyecto de modernización y reestructuración total del autotransporte. Camiones urbanos, suburbanos y taxis deberían ajustarse a nuevos esquemas que derivarían en una mejora sustancial del servicio, la imagen de la ciudad y el tránsito en las calles.
Para los autobuses llamados rancheros se planteó la creación de una terminal en los linderos de la mancha urbana para poder descongestionar así una de las principales rúas de Torreón, el bulevar Revolución, que debido al creciente flujo vehicular y al constante y lento paso de los suburbanos aunado al de los camiones urbanos se torna difícil de recorrer. Pero el proyecto fracasó.
Para las unidades que circulan en la ciudad, se puso en marcha un programa de modernización y reestructuración de rutas al cual se le llamó Trans-Siglo. Lo que en un principio parecía la solución al añejo lastre del municipio, con autobuses en buen estado y menos contaminantes y recorridos más distribuidos y desahogados, terminó motivando la ira de los concesionarios quienes rechazaron ajustarse a los nuevos lineamientos alegando que la Presidencia Municipal no los había consultado ni informado y que trataba de imponer una medida que beneficiaría sólo a unos transportistas.
En el caso de los taxis, hubo ligeros avances con la instalación de taxímetros, los cuales no han dejado de ser criticados por usuarios y choferes al grado de que hoy su uso resulta discrecional. No obstante, el problema central de esta modalidad de transporte público radica en el padrón y la forma en que se otorgan las concesiones, asuntos que no dejan de levantar dudas en la ciudadanía y los propios concesionarios, al grado de solicitar una auditoría a la Dirección municipal correspondiente para ver si no se está incurriendo en irregularidades.
En fin, una Administración más ha transcurrido y los habitantes de este municipio no ven que la deplorable situación del transporte público cambie. Sin duda, una ciudad como Torreón, con su crecimiento y desarrollo, requiere un mejor servicio en beneficio de todos los pobladores, pero, sobretodo, de aquéllos cuyos ingresos no son suficientes para poseer sus propios medios de transporte, que son la mayoría.