Como nunca el caldero político se ha prendido en Coahuila. La batalla por la candidatura del PRI a la gubernatura, ha generado desde hace varios meses golpes por debajo de la mesa. Principalmente entre los simpatizantes del todavía alcalde de Saltillo, Humberto Moreria y el ex secretario de Gobierno, Raúl Sifuentes. El dispendio de recursos ha molestado a los empresarios y las estrategias basadas en descalificaciones gratuitas son el pan de todos los días.
En Torreón la lucha por la candidatura a la Presidencia Municipal también ha despertado bajas pasiones. De manera inédita en esta ciudad, son ahora los panistas quienes protagonizan un escándalo político donde la guerra sucia ha iniciado. En este terreno los priistas permanecen a la expectativa, pareciera que el Tricolor enfoca sus baterías en la batalla interna por la gubernatura, ya tendrán tiempo para preocuparse por la alcaldía de Torreón.
Es de todos sabido que el alcalde, Guillermo Anaya, apoya como militante del PAN a Jesús de León Tello para sucederlo, así como a Jorge Zermeño en su lucha por alcanzar el Palacio Rosa. Las simpatías son válidas siempre y cuando, no se usen recursos municipales para promover a algún candidato.
Vales de pasteles con el sello de Tesorería Municipal regalados, presumiblemente, en un evento de Chuy de León y grabaciones con la voz de Anaya invitando a sus colaboradores a apoyar un proyecto, forman parte de una escandalosa puesta en escena protagonizada por los panistas en los últimos días.
Este espectáculo tiene como consecuencia que el electorado termine por decepcionarse de la clase política. La ciudadanía se pregunta: ¿dónde está el debate de ideas, las propuestas para traer el progreso a Torreón, a Coahuila? Actualmente el ejercicio de la política se asemeja más a los reallity show de la televisión, donde sólo importa destruir al contrario sin importar la calidad moral y ética de las armas que se usen para alcanzar el objetivo.
Es necesario que los ánimos se calmen. Panistas y priistas, como las principales fuerzas políticas de Coahuila, deben ponerse a trabajar para obtener el apoyo de la ciudadanía y militantes de una manera honesta, donde las ideas y propuestas sustituyan el dispendio de recursos y el marketing político sea una herramienta que no ofenda a la ciudadanía. En caso de no ser así, los coahuilenses y particularmente los laguneros, habremos de pagar una factura demasiada cara, generada por una clase política que sólo busca el interés propio abandonado las causas de la población.