Para lanzar golpes y esconder la mano; para decidir participar activamente en una suerte de estrategia que pondere el denuesto y la descalificación del adversario, el atacar con lo que se pueda para debilitar al que se considera enemigo, hay que tener ciertas herramientas y carecer de lo que algunos calificarían como virtudes y/o cualidades. Los adelantados procesos pre-electorales, los juegos de simulación en los que participan tanto priistas como panistas que buscan consolidar sus respectivas agendas de cara a la conquista de candidaturas, ya sea para el Gobierno del Estado o la Alcaldía de Torreón, colocan a cada quién en una vitrina en donde la ciudadanía puede ubicar fortalezas y debilidades.
La filtración de datos en forma “anónima” o la distribución de propaganda negra sin autoría específica y que tiene por propósito el ponderar las deficiencias del contrincante en lugar de privilegiar la oferta propia, habla de personajes que se agotan en las expresiones más bajas de la política... y de la vida. Una ciudadanía madura y bien informada, terminará por desechar a quienes gustan de jugar en el lodo y entonces, la guerra sucia tendrá que salir contraproducente. En este mismo sentido, el derroche de recursos en un contexto de dificultades económicas, no puede más que lastimar y ofender a los ciudadanos.
Grave error cometen, quienes otorgan a los ciudadanos un carácter de párvulos; los que le niegan al pueblo la inteligencia que de suyo tiene, para intentar manipular o confundir. Para fortuna de todos, en La Laguna la sociedad ha logrado evolucionar y acceder a estadios más altos de comprensión y análisis. Hoy, se entiende a la perfección que los políticos y gobernantes son lo que hacen, no lo que dicen, ya que los discursos, las palabras, se las lleva el viento y a la postre, nada significan. Corren tiempos de definición, pero también de mesura, altura política y compromiso con los más altos intereses de la comunidad.
Un “aspirante” que decide jugar sucio, no puede ser más que un candidato predispuesto a los golpes bajos... y en el peor de los casos para la ciudadanía, un gobernante poco serio.