Es una opción viable y sin riesgos para detonar el crecimiento en muchas ciudades, según sus promotores. Es una puerta gigantesca a una serie de males, como el lavado de dinero, la prostitución y la venta de drogas, según sus detractores; y es una ventana peligrosa, sobre todo para las clases económicamente más desprotegidas, según los que ponderan con realismo las debilidades de nuestra sociedad: son los casinos, el juego como una suerte de oleada que alimenta por igual esperanzas y temores y que cobra cada día más fuerza en varios puntos de la geografía nacional.
Ya lo había señalado el secretario de Turismo, Rodolfo Elizondo, y ahora lo secunda Gabriel Cornú Máynez, presidente de la Promotora de Turismo y Convenciones de La Laguna, quien apoya la operación de Casinos en Torreón, pues considera que es un “plus” para la ciudad y un elemento turístico importante que ya existe en ciudades como Monterrey, Guadalajara y México.
Tan simple: “el asunto de los casinos es como ir a Las Vegas, va el que quiere y puede y gasta dinero el que tiene”. Cornú Máynez sostiene además que es preferible que operen estos sitios de juego, legalmente autorizados en Torreón, en vez de en forma clandestina en colonias como ha sucedido y que “no podemos tapar el sol con un dedo, pues en ciudades grandes con las que nos comparamos frecuentemente como Monterrey y Guadalajara, ya existen conceptos comerciales de este tipo y legalmente autorizados”. Sin embargo, los asegunes y matices abundan.
En la región, bastaría con imaginar a un jornalero que busque en una maquinita la posibilidad de lograr un “extra”, pero que en el ínter acabe con su salario; habría que imaginar a unos jóvenes que entre descargas lúdicas y placenteras, terminen por alimentar todas sus fantasías y esperanzas en cada empuje de la palanca, para entender que efectivamente se abren muchas puertas y ventanas, y la mayoría de ellas proyectan escenarios de alto riesgo para la sociedad en su conjunto.