Lo que sucedió el domingo debe llamar a la reflexión. En el Estado de México, de los cerca de nueve millones de ciudadanos convocados a las urnas, decidieron emitir su sufragio sólo poco más de tres millones; se impuso finalmente la apatía, un abstencionismo que allanó el camino para un amargo triunfo priista, dado el derroche propagandístico y publicitario que hoy coloca al candidato vencedor, Enrique Peña Nieto, en la mira de las impugnaciones, por el presunto rebase en los topes de campaña.
Pero también hay grandes perdedores, ya que la candidata perredista impuesta por Andrés Manuel López Obrador, Yeidckol Polevsky logró apenas el 24 por ciento de los sufragios, lo que la coloca en el tercer lugar, sólo un punto por abajo del panista Rubén Mendoza. Perdieron también aquellos que apostaban a que los mexiquenses desdeñarían a quien los bombardeaba con su imagen en radio, prensa, televisión, y en las decenas, centenares de espectaculares en prácticamente todas las calles y avenidas de las principales ciudades del Estado de México.
Y en Nayarit, un día después del cierre de las casillas, priistas y perredistas disputaban voto por voto en una cerradísima elección, de la que los únicos marginados fueron los panistas con tan sólo el cinco por ciento de los sufragios a su favor. En la suma de las dos entidades, queda claro que otro gran perdedor de la contienda fue el Partido Acción Nacional, que a decir de uno de sus precandidatos “a la grande”, Francisco Barrio, está pagando, y muy caro, su pragmatismo.
Pierde México con otro paso errático en este su transitar pretenciosamente democrático. El hecho de que la gente no salga a la calle a emitir su sufragio, habla elocuentemente de una sociedad harta, apática y distante, que prefiere cancelar su participación en la cita con su futuro cercano y que evidentemente hará lo propio a la hora del reclamo ante el desvío de sus autoridades.
Lo que sucedió el domingo debe llamar a la reflexión sobre lo fácil que resulta el permitir que el país siga dando tumbos y que la mercadotecnia se imponga sobre el debate de las ideas. Si la experiencia es referente de lo que pudiera suceder a nivel nacional el próximo año, habría que empezar a contratar a un grupo de mariachis para que entonen las golondrinas en honor a nuestra torcida idea de la democracia y el nivel de corresponsabilidad que estamos dispuestos a asumir.