Si bien la cauda de encuentros y desencuentros entre los presidentes de México y Venezuela es larga y en momentos, hasta ríspida, es el más reciente incidente el que colmó el vaso y detonó la actual crisis diplomática entre ambas naciones. El primer roce se dio precisamente en Argentina, en la Cumbre de las Américas, cuando fueron más que evidentes las diferencias entre los mandatarios por la pluralidad de opciones en cuanto a la integración regional. Fox defendió la postura estadounidense, mientras que Chávez asumió el papel de beligerante enemigo de todo lo que tuviera que ver con la Administración de Bush.
Y como en las telenovelas, la crisis se fraguó de episodio en episodio. Hugo Chávez calificó a Vicente Fox como “cachorro del imperio” y entreguista, ante lo que el Gobierno mexicano reaccionó demandando una disculpa y fijando una suerte de ultimátum. El venezolano arremetió de nuevo, retiró a su embajador Wladimir Villegas y advirtió al mexicano que “no se meta conmigo porque sale ‘espinao’”, parafraseando una canción llanera venezolana. Fox dijo que no se pueden aceptar las ofensas a nuestro país, mientras que el canciller Derbez anunciaba que las relaciones entre ambos países quedarán reducidas únicamente a encargados de negocios, que es lo propio entre dos naciones que se encuentran al borde de romper toda relación y aumentar de tono su nivel de confrontación.
Si bien la mayoría de los gobernadores, así como líderes de partidos políticos y representantes de las cúpulas empresariales han expresado su apoyo y solidaridad con el presidente Fox en este amargo trance, hay voces que insisten en acusar que la inexperiencia del mexicano propició la violación de códigos diplomáticos de comportamiento y formalidad.
Sin embargo, hay también quien sostiene que la presente crisis es la consecuencia de problemas de comprensión y de interpretación, ya que ni Vicente Fox ni Hugo Chávez se han caracterizado por su potencial o talento diplomático. Como fuere, ante la arremetida desde el exterior, se impone la defensa de nuestro presidente, ya que a todos nos representa, para bien o para mal.
