Cuando la carencia de una efectiva y realista operación política permite que los problemas se agiganten hasta convertirse en situaciones extremas, no es admisible una solución simplista. En uno de esos curiosos giros del quehacer político en nuestro país, el presidente Vicente Fox bajó del ring a los perredistas (con Andrés Manuel incluido), pero subió a los priistas... y hasta algunos panistas.
Después de un año de insistir en una solución jurídica al caso del presunto desacato del jefe de Gobierno del Distrito Federal y después de “haber movido” al Poder Legislativo para proceder con el desafuero del tabasqueño, Vicente Fox opta por intentar resolver políticamente una crisis que se había salido de todo control posible... y en el inter rueda la cabeza del procurador Macedo de la Concha.
Algunos legisladores panistas e incluso los precandidatos Francisco Barrio y Felipe Calderón, reaccionan a esta especie de viraje en Los Pinos, demandando la renuncia de quien consideran el verdadero responsable del nivel de desaseo a que se ha llegado, Santiago Creel, quien con la sensibilidad y tacto político que le caracteriza, reduce la protesta de sus correligionarios de partido a “fuego amigo”, que por supuesto no tendrá ninguna consecuencia.
Pero sin duda la reacción más fuerte, fue la del líder del PRI, Roberto Madrazo, quien en una carta abierta al presidente de la República, sentencia que “es este el momento de decirle con claridad, firmeza y respeto (a Fox), que el país está hecho un caos, en el entorno de la política interior y lamentablemente también, en el entorno de la política exterior. Dedíquese, señor presidente, a resolver los problemas del país, a pensar más en México. Aléjese de la controversia. No se meta en los asuntos electorales. No complique ese proceso, como ya ha complicado suficientemente la vida nacional”.
En suma, si Fox pretendía distensionar el clima político, se volvió a equivocar. Habrá hoy quién lamente el hecho de que este nuevo tumbo de Los Pinos le haya costado la cabeza a un hombre honesto que finalmente sólo es corresponsable en el manejo de un problema que otros se afanaron, por acción u omisión, de alimentar por más de un año.