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Nuestro concepto/El drama

Los miles, tal vez millones de compatriotas que literalmente perdieron todo por la furia de la madre naturaleza en el sureste de la República Mexicana, especialmente en Chiapas, enfrentan hoy el hambre y la desesperación; los albergues han quedado rebasados, al igual que los intentos de las autoridades por paliar al menos la dramática situación. La ayuda llega a cuentagotas y los actos de rapiña, los saqueos se empiezan a generalizar.

A las imágenes de la devastación hay que agregar la de la turba desesperada que literalmente asalta una bodega donde se almacenaban huevos y las de los penosos recorridos de hasta seis kilómetros por decenas, centenares de chiapanecos hambrientos que se arrebatan las despensas. El dolor por la pérdida se confunde con la incertidumbre, con la desesperanza y ante el brutal golpe recibido, se abren las puertas a la más primitiva lucha por sobrevivir. Cuando se tiene hambre, cuando se han perdido familiares y patrimonios, cuando la ayuda no llega y para rematar, sigue lloviendo, no queda espacio para la cordura y la civilidad: hay que sobrevivir.

Y es que el agua termina por revelar la más cruda de las miserias humanas: en Chiapas, Oaxaca, Veracruz y Guerrero han aumentado hasta 300 por ciento los precios de los productos perecederos y ya la Procuraduría Federal del Consumidor anunció que se implementarán operativos para evitar el acaparamiento, la especulación y el alza desmedida de precios de productos básicos.

Y si todo lo anterior no fuera suficiente para dibujar un escenario de verdadera catástrofe, habría que sumar las afirmaciones del gobernador de Chiapas, Pablo Salazar Mendiguchía, en el sentido que en las regiones serranas hay al menos 300 mil personas que no han recibido ningún tipo de auxilio, y que permanecen rodeadas de agua, incomunicadas, sin energía eléctrica ni alimentos ni medicinas. Y ahora, sólo un dato, la punta de iceberg: como resultado del operativo policiaco contra robos en propiedades y viviendas de la población damnificada y albergada, se detuvieron alrededor de 20 personas que fueron sorprendidas en actos de rapiña.

Simplemente urge la ayuda puntual y en cantidad suficiente. El hambre y la desesperanza son las peores consejeras y los mexicanos que sufrieron -y aún lo hacen- la furia de Stan, no merecen estar obligados a seguir explorando sus límites de resistencia.

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