Bien sentencia el dicho popular: la mentira tiene siempre piernas cortas y por más que corra, nunca llega muy lejos. En el caso del Distribuidor Vial Revolución llegó la hora de fincar responsabilidades y que los involucrados paguen la factura por una serie de yerros, omisiones y mentiras.
El anuncio del gobernador Moreira fue claro y contundente: se fincarán las responsabilidades legales que resulten por las fallas en el proceso constructivo del DVR, simple y sencillamente porque no quiere ser cómplice de lo que pudiera suceder en una obra “cuya situación actual es de verdadero riesgo para la ciudadanía”.
Para el hombre que tomó las riendas de la Administración pública estatal, la cirugía mayor que requiere el Distribuidor Vial no puede postergarse más y por lo pronto, se va a cerrar durante cuatro meses uno de los carriles del viaducto Periférico-Matamoros, que es el que registra la mayor carga vehicular.
La reacción del sector empresarial lagunero no se dejó esperar. El presidente de la Coparmex Laguna, Fernando Royo Díaz Rivera, aplaudió el anuncio y aseguró que “siempre hemos estado de acuerdo en que hagan los estudios necesarios para fincar responsabilidades, es claro que la obra estrella del sexenio anterior no sirve, esperamos que el estudio sea claro y transparente para llegar al fondo de una vez por todas”.
Pero también funcionarios municipales aplaudieron la determinación de Humberto Moreira de acabar con la simulación en un caso tan sentido para los laguneros. El director de Desarrollo Urbano, Eduardo Jiménez Saracho, dice que “la posición de nosotros siempre ha sido la misma, siempre solicitamos un estudio y por eso lo aplaudimos, creo que el Gobierno del Estado va por buen camino, lo mejor es tomar el toro por los cuernos para fincar responsabilidades”.
Hoy queda ponderar la decisión política de las autoridades estatales de cerrar un capítulo de injusticia e irresponsabilidad y lanzar una voz de advertencia, a todos los niveles, de que los laguneros representan una sociedad madura y demandante a la que no se le puede engañar y el DVR, finalmente, es prueba de ello.