Los politicólogos concluyen: qué buen operador resultó Santiago Creel, ya que pese a todos los pronósticos, el duranguense, Manuel Espino Barrientos, resultó electo como nuevo dirigente nacional del PAN. El comentario implica que los panistas tradicionales, los grupos al interior del blanquiazul que tradicionalmente significaron el poder real, quedan hoy excluídos en la nueva lógica partidista, la de allanar el camino al secretario de Gobernación e intentar por todos los medios dar el campanazo en 2006.
Es la ultraderecha, el yunque, dicen sus detractores; el neopanismo foxiano que termina por desarticular a los tradicionalistas, apuntan los observadores... y una nueva casta de panistas, dirán los simpatizantes de Espino Barrientos, que para muestra ofrece por lo pronto, dos botones: invita a Marta Sahagún a emitir opiniones -la primera dama aceptó de inmediato- y “purga” al Comité Ejecutivo Nacional, de los nombres más representativos (hasta hoy) dentro de la organización. Nada más para intentar dimensionar el nivel de cambio que el nuevo líder pretende realizar, baste señalar que figuras como el aspirante perdedor, Carlos Medina Plascencia; el precandidato presidencial, Francisco Barrio Terrazas y hasta el “jefe Diego”, el senador Fernández de Cevallos, fueron desplazados.
Por lo pronto, habrá quien encuentre en este cambio de aires a una repotenciada Marta Sahagún, que si bien no ocupará un cargo específico dentro del partido, “participará con la dirigencia a cargo de Manuel Espino con sus opiniones”; y por supuesto, los habrá que también anticipen cristiana sepultura a la pretención de Felipe Calderón y del propio Barrio Terrazas, de arrebatar la candidatura blanquiazul al actual secretario de Gobernación, Santiago Creel.
Sólo queda felicitar a tres laguneros, el senador Jorge Zermeño Infante, al ex presidente de la Cámara de Diputados, Ricardo García Cervantes y al ex representante del albiazul ante el IFE y secretario de Estudios Políticos del Comité Ejecutivo Nacional, Rogelio Carvajal Tejeda, que se integran al nuevo Comité Ejecutivo Nacional y esperar para poder determinar -al tiempo- quiénes tienen la razón, si los detractores, los observadores o los simpatizantes del duranguense.
