Con esto de que el Gobierno mexicano se encuentra inmerso en una suerte de guerra contra la delincuencia organizada y que las autoridades y los narcos intercambian depuraciones en penales por cadáveres, la administración Bush decidió lanzar una recomendación a sus ciudadanos para que tomen en cuenta un panorama de creciente inseguridad si deciden viajar a la frontera. Hasta aquí, todo normal y bajo la lógica de que los gobiernos son soberanos para alertar a sus ciudadanos, pero el tono y el fondo del pronunciamiento del Departamento de Estado caló hondo y no sólo a las autoridades de este lado del Río Bravo.
Baste recordar que en su parte medular, el Departamento de Estado señala que: “los arrestos de varios dirigentes de organizaciones criminales importantes han creado un vacío de poder que ha tenido como consecuencia una ola de violencia” y además, “las fuerzas del orden público no cuentan con los recursos y la capacitación y el sistema de justicia es frágil, tiene exceso de trabajo y es ineficaz”.
Si esto no fuera suficiente para protestar por tan cruda y desfavorable caracterización de lo que hoy pasa en México, el embajador Tony Garza –texano de ascendencia mexicana- le puso más leña al fuego al enviar dos cartas de “preocupación”, una al canciller Derbez y otra al procurador Macedo de la Concha (en abierta violación a todo protocolo diplomático) en donde advierte la “incapacidad de las fuerzas del orden público mexicanas para hacer frente a la batalla entre delincuentes de la droga, los secuestros y la violencia en general”. Muy probablemente millones de mexicanos estén de acuerdo con el diagnóstico, pero que lo señale un Gobierno extranjero es otra cosa.
Vicente Fox reaccionó como corresponde: “No admito juicio ni calificativo de ningún Gobierno extranjero sobre las acciones de política que llevamos a cabo para hacer frente a los problemas” y en la parte medular de un texto de cinco párrafos, puntualiza que: “En todo lo que acontece en nuestra frontera, México y Estados Unidos compartimos tanto aciertos como errores; enfrentar temas como el narcotráfico y el lavado de dinero, atacar la oferta al mismo tiempo que la demanda, poner un freno a la violencia fronteriza, entre otros, requieren de una labor de cooperación basada en el reconocimiento de las fortalezas de cada una de nuestras naciones”.
En esta, nuestra compleja y errática relación bilateral, el de la fuerza es el vecino y por ello no debe extrañar que funcionarios como el procurador Macedo se limitaran a censurar al embajador estadounidense o que Santiago Creel dijera que Tony Garza “Se pasa”. Lo importante es que Fox, al menos en esta ocasión, demuestre un manejo más depurado y elegante de “las formas”, aunque en el fondo queda la bofetada, de esas que duelen más porque tocan asuntos que son reales.