Curiosos giros da el mundo de vez en vez. Lo que no ha logrado Vicente Fox en más de cinco años al frente del Gobierno Federal, lo logró de un solo plumazo el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, con su desafortunada caracterización de su homólogo mexicano, cuando dijo a través de la radio y televisión de su país que sentía tristeza de que un pueblo heroico como el nuestro tenga un gobernante como Fox, “que se arrodilla ante Estados Unidos y se convierte en un cachorro del imperio”. Tan simple, unió a los mexicanos en torno a la institución presidencial.
Baste señalar que hasta Andrés Manuel López Obrador aseguró que defenderá al presidente Fox ante cualquier agresión de cualquier Gobierno extranjero, “porque es el presidente de nosotros” y manifestó su desacuerdo con los calificativos que le lanzó el mandatario venezolano.
El virtual candidato del PRD, dejó en claro que desde su punto de vista “es muy lamentable la actuación del presidente Fox, sobre todo porque cada viaje significa un desencuentro, un pleito, eso no nos conviene”, pero que “de todas maneras voy a ser respetuoso de la institución presidencial, pero no me gusta que ninguneen al presidente de México en el extranjero”.
El asunto corre hoy por esos maltrechos y erráticos canales diplomáticos. El embajador venezolano, Vladimir Villegas, -quien fue llamado por la cancillería para que explicara las afirmaciones de su presidente- dice que no hubo retractaciones ni disculpa, pero tampoco fractura y por lo tanto no se ha considerado el rebajar las relaciones diplomáticas a encargados de negocios, que es lo que procede cuando dos países se enfrentan.
Lo cierto es que tiene razón Andrés Manuel López Obrador, cuando anuncia que corresponde hoy la defensa de nuestro presidente y que a ningún mexicano le gusta -y tampoco debería tolerar- que en el extranjero se le ningunee. En el fondo el asunto tiene que ver con nuestra idiosincrasia y sólo a manera de ejemplo, vale la pena recordar que a los mexicanos no nos agrada que a nuestros compatriotas (quienquiera que éste sea) se le denigre o acuse de torpe en el extranjero, ya que finalmente sería nuestro torpe y sólo nosotros podemos llamarlo así.
