Señalamientos continuos sobre presuntas irregularidades, han sido la constante en la administración de Felipe Medina Cervantes. Hoy el alcalde de Matamoros, a punto de terminar su gestión, nuevamente está en el ojo del huracán.
La percepción ciudadana en este Municipio, es que el reloj se detuvo y el progreso habrá de seguir siendo el gran anhelo. Poco tolerante ante los cuestionamientos, el alcalde calificaba cualquier crítica de “tintes políticos”. La proliferación de rastros clandestinos y violaciones a la Ley seca, han sido dos de los problemas que se agravaron en el presente trienio y que la sociedad en su conjunto denunció, sin encontrar eco en el presidente municipal.
El pasado viernes el Congreso del Estado rechazó por unanimidad la cuenta pública de Matamoros. El alcalde está obligado a comprobar el destino de 16 millones de pesos, cantidad por demás considerable, sobre todo tomando en cuenta la pobreza del Municipio.
Felipe Medina Cervantes tiene 20 días para comprobar el uso de estos recursos, en caso de no hacerlo podría enfrentar juicio político. Este hecho obviamente cobra relevancia en año político, cuando las elecciones están a la vuelta de la esquina.
El presunto fraude daña la imagen del PRI, partido que trata de convencer a la ciudadanía de su transformación donde la corrupción es cosa del pasado. Aún más, Felipe Medina se define como amigo de Raúl Sifuentes, aspirante a la gubernatura y a quien sin duda también afectan estas irregularidades económicas.
Sea cual sea el desenlace de la historia, lo único cierto es que la sociedad de Matamoros ya calificó la administración de Medina Cervantes y el juicio popular es contundente contra el todavía alcalde.