Los resultados del PREP del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Coahuila (IEPCC), en los primeros minutos de este lunes, no permitían ambigüedades: el triunfo del priista Humberto Moreira se antojaba ya irreversible, y en Torreón el panista José Ángel Pérez podía, en justicia, cantar victoria.
Ya habrá tiempo de sobra para los análisis del golpe dado: que si Olmos se enfrentó a un fenómeno, el de las zetas, o bien, que Torreón no es Coahuila y eso explicaría la derrota de Zermeño. Lo cierto es que hoy, los coahuilenses deben asimilar la idea de que el próximo gobernador será el profesor Moreira, y los torreonenses, que el próximo alcalde, el primero con una administración de cuatro años, será José Ángel. Para el anecdotario queda el hecho de que la participación ciudadana rebasó las conservadoras metas del IEPCC, ya que a nivel estatal se registró una afluencia a las urnas superior al 52 por ciento, mientras que en Torreón, fue de poco más del 56 por ciento.
Si bien, la dirigencia estatal del PAN se negaba a reconocer la derrota de su candidato a la gubernatura, los datos duros resultaban contundentes: a las cero horas de hoy, la página de Internet con los resultados oficiales revelaba que el PRI mantenía una ventaja de 56 por ciento (373 mil votos), contra el 34 por ciento del PAN (227 mil votos), 22 puntos de diferencia, muy cercana a la publicada en la encuesta de El Siglo de Torreón del pasado domingo 18 que anunciaba una ventaja de 24 puntos de Moreira. También, Eduardo Olmos rechazaba la idea de aceptar su derrota, aunque los datos revelaban un contundente diez por ciento de diferencia: 52 por ciento para el panista (94 mil votos), contra 42 por ciento del priista (76 mil votos).
Queda entonces aceptar la voz de las urnas, analizar los porqués y los cómos, enderezar rumbos y afinar estrategias para las próximas contiendas. Pero sobre todo, queda en los ciudadanos el entender que la pasión es propia de las campañas y que con ellas debe terminar. La región, el estado todo, debe regresar a la normalidad, al clima de paz y concordia que nos caracteriza y los ciudadanos, independientemente de sus filias partidistas, trabajar unidos por el bienestar y progreso.
