Poco importan las afinidades ideológicas, cuando el objetivo es alcanzar el poder. Esta es la premisa que actualmente siguen todos los partidos políticos en México, con miras a las elecciones en 2006 donde los ciudadanos habrán de elegir nuevo presidente de la República.
En la coyuntura el Verde Ecologista se une al PRI, cuando seis años atrás apoyó al panista Vicente Fox. Sin el menor escrúpulo los verdes rentan sus siglas al mejor postor, el objetivo es mantener puestos en la estructura política del país.
Por el otro lado Andrés Manuel López Obrador es postulado por PRD-PT-Convergencia, pretextando una ideología de izquierda que en la práctica aparece muy lejana. Aquí la pregunta es qué tanto ayuda al tabasqueño aliarse a partidos pequeños, donde la credibilidad de la gente es casi nula.
Dentro del ejercicio de la política en México la lógica no existe, todo se mueve en escenarios surrealistas dignos de haber sido filmados por el difunto Luis Buñuel, ejemplo de esto es la alianza en el Distrito Federal entre el Partido Acción Nacional y la Alianza Social Demócrata y Campesina, para postular al ex perredista Demetrio Sodi. ¿Qué puede ofrecer un partido nuevo al PAN, quien actualmente ostenta el poder de Los Pinos? La pregunta no alcanza a ser respondida por los ciudadanos.
La apuesta es clara de los partidos minoritarios, ellos han optado por coaligarse a una candidatura fuerte que les permita transitar la elección del año próximo sin sobresaltos, es decir, manteniendo su registro y las jugosas prerrogativas que ello implica, lo de menos es ser representativos entre la ciudadanía, lo importante es vivir del erario público.
Y es que por desgracia, hoy más que nunca el ejercicio de la política se ha convertido en un negocio, en algunas ocasiones familiar como es el caso del Verde Ecologista y el hoy extinto Social Nacionalista.
Es cierto, las alianzas no son privativas de México, sin embargo, aquí no importan los proyectos, ni las ideologías, todo se limita a una transacción comercial.