Con el viraje de 180 grados que dio Vicente Fox en el caso del presunto desacato del jefe de Gobierno del Distrito Federal, con ese rectificar para distensionar, quedan en claro dos cosas: primero, que México perdió más de un año de su vida política -incipiente y erráticamente democrática- en ese monotema con el tabasqueño como figura central, y segundo, que el juego de formas y golpes bajos ha impedido conocer, hasta el momento, qué armas portan realmente, quienes se disputan en forma anticipada la Presidencia de la República.
De Santiago Creel y Roberto Madrazo -los más probables candidatos del PAN y PRI, respectivamente- los ciudadanos no conocen más que su fama pública (y efectivamente, no es la mejor) así como sus acciones y omisiones, yerros y desatinos que en el último año tienen que ver con el proceso contra Andrés Manuel López Obrador y sus muy particulares guerritas para consolidar posiciones al interior de sus partidos. Si tienen propuestas concretas, programas bien definidos de acción u alguna receta secreta para detonar, por fin, el progreso y desarrollo de nuestro país, ambos tienen a bien guardarlos bajo siete llaves “hasta que lleguen los tiempos”, aunque todos los mexicanos sabemos que esos “tiempos” llegaron desde hace meses.
Pero en el caso del virtual candidato perredista López Obrador, mejor conocido por sus detractores simplemente como el señor López, vale la pena preguntar hoy, con seriedad, ¿qué clase de presidente sería?, ya que todas las encuestas lo colocan a las puertas de Los Pinos. Pues esa pregunta, sin vísceras de por medio, simplemente no se puede responder hoy, como tampoco cuál sería su posición respecto al poder hegemónico de Estados Unidos o si tiene alguna estrategia específica para Cuba, la Unión Europea o los países asiáticos, sólo por citar algún ejemplo.
Tampoco se sabe a ciencia cierta el cómo aterrizará todos y cada uno de los puntos de su proyecto alternativo de nación y a estas alturas y tal y como van las cosas, más vale empezar a preguntar ya que lo peor que le pudiera pasar a México es otro sexenio con un presidente carismático y popular, pero sin nada concreto que ofrecer.