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Nuestro concepto/Los gastos

Nuestros pininos democráticos cuestan... y mucho. Los últimos datos que proporciona Verificación y Monitoreo, de acuerdo a las tarifas publicadas en la edición de junio de 2005 del Directorio de Medios Audiovisuales, editado por Medios Publicitarios Mexicanos, confirman que los políticos mexicanos están convencidos que no hay medio más eficaz para lograr sus propósitos en materia electoral, que saturar a los ciudadanos con su imagen sonriente y sus mensajes ambiguos e insustanciales, pero eso sí, en horario triple A. Y a este ritmo, pocas serán las carteras que resistan las próximas campañas.

Para muestra un botón... o muchos: El candidato del TUCOM; Arturo Montiel Rojas, gastó del 15 de abril al cinco de agosto pasado, 75 millones 879 mil 808 pesos para promocionar su imagen, poco más de 63 millones en 640 anuncios de televisión y otros 12 millones en mil 500 anuncios radiofónicos. Y Tomás Yárringon, el tamaulipeco que aseguraba que podía ser y sería el próximo presidente ( y ya no) gastó en poco menos de cuatro meses, 55 millones 696 mil 727 pesos.

El gobernador de Coahuila no se pudo sustraer a la tentación de canalizar fuertes sumas a la promoción de su imagen en una justa en la que resultó perdedor. Invirtió en televisión 52 millones 77 mil 639 pesos por la transmisión de 613 spots con eso de “vámonos derecho”.

Pero eso de gastar sumas que, para la mayoría de los mexicanos -los que atraviesan hoy por dificultades económicas- podrían resultar hasta insultantes, no sólo los priistas han demostrado ser grandes maestros, sino también el candidato del partido verde, Bernardo de la Garza, que ha aparecido en 275 spots televisivos, a un costo de 35 millones 76 mil 411 pesos. Y sobre los panistas, el que sigue a la cabeza de quienes intentan “bañar” al país con su imagen, es Santiago Creel con 339 anuncios por televisión y tres mil 500 por radio, que le debieron costar poco más de 130 millones, aunque según sus cuentas y conforme a sus habilidades para negociar rebajas, sostiene no haber gastado más de 25 millones de pesos.

Es la danza de los números y la frialdad con la que nuestros políticos establecen sus prioridades: la imagen sobre todo y cueste lo que cueste, en esta nuestra incipiente y costosísima democracia.

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