El presidente Vicente Fox dirigió ayer a todos los mexicanos el tradicional mensaje de fin de año... y no pudo ser más políticamente correcto. Probablemente para evitar cualquier polémica o reacción adversa, para no abrir ninguna puerta a la confrontación con los distintos grupos o facciones políticas formalmente en tregua navideña, el mandatario se limitó a expresar los buenos deseos universalmente socorridos, tales como que 2006 sea “pleno de logros personales y familiares, un año que nos dé salud, trabajo, educación para nuestros hijos y oportunidades para tener un mejor nivel de vida”, o bien, que el futuro “se construye con visión, con voluntad y esfuerzo, con dedicación y entrega”.
Fox señaló que el inicio de 2006 significa un nuevo ciclo que “nos permite evaluar lo que hemos alcanzado y ratificar nuestras metas y proponernos nuevos objetivos; no debemos olvidar que iniciamos el último año de mi Administración. En julio tendremos elecciones presidenciales y el primero de diciembre entregaré el mandato a quien los mexicanos, con su voto, hayan elegido para ocupar esta responsabilidad”. Muy a su estilo, aprovechó la oportunidad de presentarse en red nacional en prácticamente todos los sistemas de radio y televisión del país, para reiterar su compromiso de “trabajar duro hasta el último día, con el mismo entusiasmo y amor por México que ha conducido nuestras acciones durante estos cinco años; sociedad y Gobierno hemos trabajado por el bien de México. Con su esfuerzo, las y los mexicanos hemos alcanzado muchas de las metas trazadas. Hemos fortalecido nuestra democracia”.
En la parte final del mensaje, el presidente señala que el año que inicia será un año de entrega y compromiso; “invito a todos los mexicanos a hacer más este año, a superarnos en lo individual y a aportar lo mejor de nosotros en el ámbito familiar y en el trabajo. Si todos hacemos nuestra parte, será un buen año para todos. Será un buen año para el país que amamos y del cual nos sentimos muy orgullosos. Los convoco a mantenernos unidos y comprometidos con México”.
En suma, un mensaje políticamente correcto y acorde a la cascada de buenas intenciones y deseos con los que la generalidad de los mexicanos despedimos un año y recibimos al siguiente. Nada que se pueda cuestionar, salvo -tal vez- la ausencia de esos necesarios balances que permitan con realismo, el saber dónde estamos y qué, en justicia, podemos esperar de 2006.