Qué poco hemos avanzado en lo fundamental, cuando se necesita de una tragedia para hacer lo que se debe; para intentar corregir lo que desde el origen se debió proyectar. El joven estudiante de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, Édgar Jesús Terrazas Rivas, de tan sólo 22 años de edad, falleció luego de ser atropellado cuando intentaba cruzar el Periférico. En protesta, sus compañeros bloquearon durante seis horas los ocho carriles de la vía para exigir a las autoridades la instalación inmediata de los puentes.
La movilización rindió frutos; la ira avivada por la desgracia logró mover a las autoridades, las que ante la contundente evidencia del descuido y/o negligencia, empezaron de inmediato a realizar las excavaciones para colocar, a la brevedad, un puente peatonal. Muerto el niño, a tapar el pozo: el Municipio anunció además que cerrará los carriles centrales del Periférico y se comprometió a colocar vigilancia permanente frente a la Universidad Antonio Narro. También pagará los gastos del funeral del estudiante que falleció atropellado en este lugar.
El alcalde Anaya lamentó la muerte del estudiante, ya que “desgraciadamente no es el primero, ya tenemos muchos accidentes, y estamos urgiendo a los que van a instalar los puentes peatonales” y de pasadita, por aquello de las responsabilidades, aseguró que fue a petición de la Secretaría de Obras Públicas del Estado que se decidió a abrir el paso en los carriles centrales.
Hay situaciones de fondo que vale la pena ponderar: “los políticos no deben seguirse imponiendo sobre las necesidades ciudadanas”, sostiene el consejero de vialidad municipal, Benigno Aguirre Sarabia, para quien fue una imprudencia abrir el Periférico a la circulación cuando aún no estaba listo en términos de seguridad vial, ni para conductores ni para los peatones. Y simplemente tiene razón, ya que los puentes peatonales resultan indispensables en una vía rápida como lo es el Periférico, y más cuando literalmente atraviesa importantes centros de concentración poblacional, como lo son las universidades.
Realmente qué poco hemos avanzado, cuando son las tragedias las que obligan a las autoridades a hacer lo que desde un principio debieron hacer.
