Nuevamente el lenguaje campechano de Vicente Fox vuelve a ponerlo en aprietos. Esa manera de hablar tan “ranchera” y que le funcionó durante su campaña en el año 2000 para marcar distancia de los políticos tradicionales, resulta hoy una de sus principales debilidades.
El pasado viernes, el presidente de la República comentó que los migrantes mexicanos hacen trabajos “que ni los negros aceptan”. Una declaración por demás desafortunada que ha generado severas críticas en el ámbito internacional. Es en el escenario mundial donde los señalamientos duelen más a Vicente Fox, quien se ha caracterizado por ignorar los cuestionamientos de la prensa nacional por atender las críticas del extranjero. El caso del desafuero es un ejemplo de esto, sólo hasta que la prensa internacional se interesó en el tema Vicente Fox dio marcha atrás.
De acuerdo con el predicador Jesse Jackson, un importante líder de derechos civiles y ex aspirante a la candidatura presidencial por el Partido Demócrata en EU, el señalamiento de Fox tuvo “un alto contenido racista” y, en declaraciones a la cadena CNN, aseguró que llamaría al mandatario para expresar su extrañeza. Fue “innecesario e impropio”, agregó.
Este error de las formas, se suma ya a una larga lista de fallas en la política internacional en el sexenio de Vicente Fox, que van desde el famoso “comes y te vas” que el presidente dijo a Fidel Castro, hasta el reciente papelazo hecho por Luis Ernesto Derbez en las elecciones de la OEA.
Hoy que Estados Unidos endurece sus políticas migratorias y que Fox podría apostar por el apoyo de los congresistas afroamericanos, el presidente anula cualquier posibilidad debido a su lenguaje coloquial. ¿Qué cara habrá puesto la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, cuando escuchó a Vicente Fox? Finalmente la funcionaria tiene un color oscuro de piel. Con qué ánimo discutirá los temas de la agenda bilateral.
El vocero del Departamento de Estado del vecino del norte, Richard Boucher, calificó como “muy insensibles e inapropiados” los comentarios del mandatario mexicano.
En este contexto uno se pregunta ¿quién asesora al presidente?, ¿porqué después de cinco años en el poder no ha aprendido a ser un hombre de Estado? Los errores del hombre de botas son una factura muy cara en política exterior.
