Resulta por demás preocupante los resultados que arroja el diagnóstico de la Academia Nacional de Seguridad Pública. El documento afirma que los policías preventivos estatales y municipales que hay en México, tienen problemas para manejar sus armas, así como para someter a un delincuente.
A esta falta de capacitación, en una cuestión que pareciera elemental, hay que sumar la mala condición física de los elementos. Es común ver en la calle a agentes con sobrepeso. El problema viene de origen, es decir, desde el proceso de reclutamiento ya que la mayoría de los agentes no cumplen con los requisitos que las propias academias solicitan para el proceso de selección. Son muchos policías que se dedican a esta actividad porque no encontraron un mejor empleo. La falta de vocación es la constante, qué decir del servicio de carrera.
Según estadísticas de las autoridades de La Laguna de Durango, aproximadamente el 30 por ciento de los elementos padece alguna enfermedad crónica, mientras que el 50 por ciento tiene problemas de sobrepeso.
Ante este panorama, es fácil entender el porqué, la violencia y la inseguridad van ganando la batalla. Además de estas deficiencias hay que sumar los bajos sueldos que obligan a muchos agentes a caer en la práctica de la corrupción. Es un secreto a voces la práctica del famoso “tequiliú” dentro de las corporaciones.
En México, de acuerdo a datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública, hay 151 mil 124 policías estatales y 133 mil 625 municipales, que constituyen el 85 por ciento de la fuerza policiaca del país. Son ellos los encargados de salvaguardar el orden, aunque en la realidad no tienen las herramientas para hacerlo.
Es pues la profesionalización de los elementos de seguridad pública, una asignatura pendiente que debe resolverse en corto tiempo. La imagen del policía debe cambiar y revalorarse, ya que resulta por demás triste y preocupante, que la población experimente temor cuando ve en la calle a un agente en vez de sentir alivio y seguridad.
