Rumbo a 2006 el reto del PRI, en palabras del ex gobernador de Sinaloa, Juan S. Millán, es elaborar un programa de Gobierno para ganar la confianza de la población, pero sobre todo es el de mantener la unidad interna del partido. Objetivo que al tenor de como se mueven las aguas se ve muy difícil de cumplir.
Mientras algunos gobernadores, entre ellos Enrique Martínez, se unen bajo el nombre de Unidad Democrática para exigirle a Roberto Madrazo que renuncie a la dirigencia nacional y establezca reglas claras para la elección del candidato del PRI, otro grupo da su apoyo incondicional al tabasqueño.
Ulises Ruiz, mandatario de Oaxaca, Manuel Andrade de Tabasco, Joaquín Hendricks de Quintana Roo, José Carlos Hurtado de Campeche y René Juárez de Guerrero, han anunciado el inicio de una “gran cruzada” para crear comités en todo el país en apoyo a la candidatura de Roberto Madrazo a la Presidencia de la República.
Quienes apoyan al tabasqueño, sin duda representan el ala dura del PRI. El sector que se niega a los cambios y que no duda en echar mano de cualquier estrategia, aunque sea por encima de la Ley, para lograr sus objetivos.
En el Foro de Desarrollo Industrial organizado por la Fundación Colosio y que se celebrará en Torreón, su presidenta, Beatriz Paredes, afirmó que el Tricolor tiene la capacidad de renovar sus cuadros e incorporar a las nuevas generaciones para adecuar su proyecto de nación. Sin embargo en los hechos el discurso parece muy lejos de la realidad.
El choque de trenes entre dos generaciones de priistas parece inminente. Y aunque todos guarden las formas y se pronuncien por la unidad, más allá de las palabras el reto del PRI es el dar ejemplo de democracia y promover el debate de las ideas, por sobre los golpes bajos. Por desgracia la misión se antoja casi imposible porque va contra la propia naturaleza del partido.