El alcalde de Torreón, Guillermo Anaya, rindió su último Informe de Gobierno. Poco a poco el final de su gestión se acerca. A la par ha aumentado la publicidad del trabajo realizado, para algunos la estrategia se debe a su intención de obtener una candidatura del PAN para ocupar un lugar en el Senado de la República.
El balance es de luces y sombras. Es cierto, hubo logros como la ampliación del bulevar Independencia y el Diagonal Reforma, pero también hubo muchas promesas incumplidas. El sector empresarial califica de regular la Administración saliente.
Y es que los empresarios lamentan que Guillermo Anaya deje pendientes varios proyectos como la modernización del transporte, el Centro Histórico, el mejoramiento en vialidades, así como la reubicación de los ambulantes de la avenida Hidalgo.
Para la Iniciativa Privada el alcalde Guillermo Anaya, careció de firmeza en la toma de decisiones, pero sobre todo de tolerancia para negociar. Sectores como los transportistas y los locatarios del mercado Alianza siempre se quejaron de la falta de sensibilidad y oficio político del presidente municipal pero sobre todo de sus colaboradores más cercanos.
La falta de decisión del alcalde quedó, sobre todo, en evidencia en su postura tibia al abordar el tema de las anomalías del Distribuidor Vial Revolución. Guillermo Anaya nunca quiso asumir el costo político de enemistarse con el ex gobernador, Enrique Martínez.
En las instalaciones del teatro Braulio Fernández Aguirre de la Ciudad Universitaria, Guillermo Anaya Llamas rindió su último Informe de Gobierno que oficialmente termina el 31 de diciembre. Anaya encabezó una Administración que se caracterizó por enfrentar todo tipo de protestas, desde sexo servidoras que convirtieron el cabildo en un table dance, hasta homosexuales que denunciaron ser hostigados.
El primero de enero inicia la gestión de otro panista, José Ángel Pérez, quien tendrá el reto de aterrizar aquellos proyectos necesarios para la ciudad, y sobre todo, evitar cometer los errores de su antecesor.