Son tantos los cabos sueltos que las protestas y medidas de presión, de todo tipo, ya no deben extrañar. Ayer, un nutrido grupo de personas -hombres, mujeres y niños- se apostaron en plena vía del ferrocarril frente al mercado Alianza, para impedir el paso de un convoy de más de 100 vagones procedente de Monterrey. Se trata, más que de una protesta, un verdadero grito de auxilio de los ex trabajadores de Ferrocarriles Nacionales, que piden un poco de luz después de siete años de batalla: demandan las liquidaciones y jubilaciones a las que, sostienen, tienen derecho.
Los ex trabajadores, del brazo de sus esposas, hijos e incluso nietos, impidieron por más de dos horas, el paso de las máquinas 3733 y 3134 y esos 104 vagones vacíos. El daño colateral -obvio- resultó en un verdadero caos vial, por el cierre, desde las diez de la mañana hasta pasado mediodía, de los cruceros del bulevar Revolución con la calle Viesca del sector Alianza y la avenida Madero de la colonia San Joaquín, así como en la avenida Victoria. Es el pago que endosan a la sociedad en su conjunto, quienes se encuentran francamente desesperados.
Sólo para tener el referente: uno de los ex ferrocarrileros, Alfredo Muñoz Briones, asegura que después de siete años de lucha, ni el Gobierno Federal ni la comisión para la liquidación de Ferrocarriles Nacionales les ha resuelto el pliego petitorio, por lo que se vieron obligados a adelantar dos semanas lo que ya habían anunciado, el impedir el paso del tren. “A estas alturas no queremos hablar de montos, lo que queremos es que se negocie caso por caso con la comisión que debió haberlo hecho hace mucho tiempo”.
Y fue el Municipio el que tuvo que entrar al quite. Dos horas después de iniciado el movimiento, los ex ferrocarrileros aceptaron retirarse de las vías para iniciar las negociaciones con Carlos Bracho González, director de Atención Ciudadana, como intermediario. Sólo queda esperar que este problema no se mantenga como otro cabo suelto durante mucho tiempo más, ya que los ex trabajadores y sus familias no están dispuestos a seguir aguantando.