Focos rojos
El asunto es cíclico simple y llanamente porque las autoridades encargadas por Ley de combatir el problema no lo hacen en tiempo, forma y rigor. Hoy le toca al presidente del Consejo Ciudadano Nacional para la Seguridad Pública y Justicia Penal, José Antonio Ortega Sánchez, lanzar la voz de alerta: ?Coahuila presenta focos rojos en el avance del ?narcomenudeo?; el caldo de cultivo se favorece por dos factores: el programa México Seguro, que sirve realmente pera ahuyentar a narcotraficantes de un lugar hacia otro, aunado a la fuerte corrupción que impera entre las corporaciones policiacas?.
Durante el pasado mes de junio los señalamientos contra la escasa eficacia de las corporaciones policiacas, especialmente la PGR, así como los riesgos de no frenar a tiempo una suerte de oleada en la venta al menudeo de toda clase de drogas, fueron por igual sistemáticos y contundentes. Empresarios, académicos e incluso autoridades reconocieron que el ?narcomenudeo? se estaba generalizando en la región y por ello urgieron a que los encargados de combatir el ilícito dejaran de una vez y por todas, esa estrategia de simulación con la que respondían a los reclamos ciudadanos. Hubo quien incluso, sentenció que la plaza estaba vendida. Cuatro meses después, las cosas siguen exactamente igual.
Es José Antonio Ortega quien detona el tema de nueva cuenta: ?el ?narcomenudeo? es un asunto importante sobre el que hay que hacer algo, si no al rato Coahuila estará en situación similar a otras ciudades?. Considera que es indispensable cultivar la cultura de la denuncia, manifestar un gran rechazo a la impunidad y mantener la exigencia siempre viva hacia las autoridades de que hagan bien su trabajo y sin corrupción. Simplemente, tiene razón.
El narcotráfico es un gigantesco pulpo que abraza todo el territorio nacional. El crimen organizado gana fuerza gracias a la impunidad y el contubernio de autoridades de todos los niveles; en su modalidad de ?narcomenudeo?, golpea con fuerza los cimientos sociales, ya que ataca por igual a personas de todos los niveles económicos y todas las edades. Queda entonces, volver a exigir a las autoridades que hagan algo y lo hagan ya, con la esperanza de que ahora sí escuchen un reclamo generalizado de una ciudadanía más atenta y crítica que no admite la simulación como disfraz de la ineficiencia y la corrupción.