EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Nuestro petróleo/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“El patriotismo es el último refugio del

bribón”. Samuel Johnson

Ninguna fecha de nuestro calendario cívico se presta más a la demagogia que el 18 de marzo. Los festejos de la expropiación petrolera se han convertido en una ocasión ideal para emitir los lugares comunes de un supuesto nacionalismo que peca de ingenuo o de perverso y que tiene como divisa la frase: “El petróleo es nuestro.”

La verdad es que el petróleo, tal y como se explota en nuestro país, dista de ser de los mexicanos. Si usted o yo, a pesar de ser mexicanos, encontramos petróleo en un terreno de nuestra propiedad y queremos explotarlo, lo único que conseguiremos es que el Gobierno nos encarcele y nos despoje de nuestra propiedad.

El petróleo en México es en todo caso propiedad de un grupo pequeño de políticos y líderes sindicales. Son ellos quienes han aprovechado los recursos emanados de los hidrocarburos para enriquecerse.

Es verdad que el petróleo ha permitido financiar el gasto corriente del Gobierno, pero esto lejos de beneficiarnos de verdad a los mexicanos nos ha perjudicado. La afluencia de recursos del petróleo ha impedido que el sistema político se ponga los pantalones para establecer un sistema fiscal sostenible en el largo plazo. Por otra parte, al despojar a Pemex de una parte exagerada de los frutos de la explotación petrolera, hemos descapitalizado a esta empresa al grado de dejarla al borde de la bancarrota.

En otros países el petróleo sí le pertenece realmente al pueblo. En Canadá, por ejemplo, los recursos del subsuelo son propiedad de los habitantes de cada provincia. De cada barril de petróleo que se retira del subsuelo se le paga al Gobierno provincial una regalía. Así, éste obtiene recursos sustanciales que hacen posible otorgar mejores servicios a los gobernados. Pero las empresas que explotan el petróleo son 100 por ciento privadas. Los gobiernos de las provincias canadienses reconocen que no es su responsabilidad meterse a crear firmas petroleras ni mucho menos establecer un monopolio cuya acción afecte los intereses de sus gobernados. Una situación similar existe en Alaska, donde los ingresos petroleros del Gobierno han permitido el pago de una cantidad de dinero en efectivo a todos los residentes a pesar de que todas las empresas que operan en el estado son privadas.

Nosotros tenemos el peor de los mundos posibles. Sufrimos todos los costos de un monopolio: no sólo debemos pagar más por los combustibles sino que tenemos que aguantar un mal servicio. La empresa petrolera que supuestamente es nuestra es saqueada de manera inmisericorde por el Gobierno y por el sindicato. Los mexicanos no podemos tener representantes en el consejo de administración, el cual está reservado a funcionarios públicos y líderes del sindicato. Tampoco podemos comprar o vender acciones de la empresa, aunque seamos mexicanos. Lo peor de todo es que, si las cosas no cambian de manera radical, la empresa quedará formalmente quebrada en dos años, ya que sus pasivos rebasarán en valor a sus activos.

La industria petrolera mexicana necesita abrirse de manera radical. Debemos establecer esquemas más razonables de operación. Tenemos que abrir el sector a la inversión privada. Necesitamos eliminar el monopolio. Debemos permitir, cuando menos a los mexicanos, la compra en bolsa de acciones de Pemex y de otras empresas petroleras que estén en competencia con ella. Tenemos que darle a Pemex un consejo de administración realmente profesional.

Si el petróleo es nuestro, éste debe beneficiarnos a los mexicanos. En el actual sistema esto no está ocurriendo: una élite aprovecha la mayor parte de la riqueza petrolera de nuestro país. Debemos cuidar también que en el futuro este recurso siga generando riqueza. Para eso necesitamos más inversión en exploración y desarrollo. Pero esta inversión no la puede hacer un Pemex debilitado a fuerza de saqueos. Necesitamos un Pemex fuerte, además de inversión privada en el sector.

Esta apertura no restará nada a nuestra soberanía. Por el contrario, un país es más soberano cuanto más fuerte es en lo económico. El actual sistema sólo está debilitando a nuestra industria petrolera y a la economía nacional. Si el petróleo es realmente nuestro, hagamos que su explotación sea más sensata y que genere mayor riqueza para los mexicanos. Pero para esto se necesita una reforma a fondo de la manera en que opera la industria petrolera en nuestro país.

CONTRATOS DE RIESGO

Cuando Lázaro Cárdenas expropió la industria petrolera en 1938 no dudó en impulsar una Ley que permitía los contratos de riesgo con empresas privadas. Hoy estos contratos están prohibidos y cualquier intento de restablecerlos es cuestionado como un ataque a la soberanía nacional. ¿Quiere decir esto que Cárdenas no defendió la soberanía de nuestro país?

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

Leer más de EDITORIAL / Siglo plus

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 139149

elsiglo.mx