Usted y yo, así como todos los que aquí vivimos, somos dueños de Coahuila. Juntos trabajamos cada día para encontrar sustento y para contribuir al crecimiento de nuestra comunidad. Cuando las cosas van bien en el Estado, nuestra calidad de vida se incrementa. Pero en ocasiones la solución de algunos problemas se escapa de nuestras manos, y muy poco podemos hacer para abatir rezagos que nos complican un poco la existencia.
Hace poco más de un mes, los coahuilenses contratamos a Humberto Moreira para representar nuestros intereses en esa empresa tan productiva para los que trabajan en ella, y tan improductiva para quienes esperamos sus resultados. Me refiero al Gobierno del Estado.
A pesar de tener un currículum bastante malón, muchos creyeron en sus promesas. Aunque aún no toma posesión de su cargo, toda la atención está centrada en él, pues los días más importantes de su sexenio están transcurriendo justo ahora.
Es increíble que todavía no sea el gobernador del Estado, y ya esté decepcionando a algunos de quienes apoyaron su contratación. La manera en la que está conformando su equipo de trabajo ha sido muy cuestionada, pues algunos de los empleados que ocuparán un puesto de importancia no cuentan con la preparación suficiente para garantizar los mejores resultados en cada una de las áreas.
Siempre sucede lo mismo. Los primeros dos años, los secretarios se dedican a aprender qué es lo que deben hacer en sus respectivos puestos. Los otros dos años los dedican a trabajar (en el mejor de los casos). Y los dos años restantes, se dedican a conseguir un hueso que les impida sumarse a las estadísticas del desempleo.
¿Por qué no elegir a personas expertas en cada una de las áreas?
Me llama la atención, por ejemplo, que Eduardo Olmos haya sido designado para ocupar la Secretaría de Urbanismo y Obras Públicas. Aunque no dudo que el lagunero sea una persona trabajadora y capaz, su nombramiento me suena más bien a premio de consolación por haber fracasado en su lucha por la alcaldía de Torreón. Revisando la trayectoria de Olmos, es difícil encontrar algo que lo acredite para ocupar un cargo de tanta importancia. Licenciado en Administración Financiera por la Universidad Estatal de Portland, ha tenido una amplia trayectoria dentro del PRI. Desde Consejero del Frente Juvenil Revolucionario en Torreón, hasta Diputado Federal, Eduardo Olmos mucho tendrá que hacer para adquirir todo conocimiento indispensable en un secretario de Obras Públicas.
Otros nombramientos existen que dejan en los coahuilenses la amarga certeza de que no se está eligiendo a las personas más capacitadas. Un ejemplo de ello es el de Salomón Juan Marcos Issa, quien se convertirá en el próximo secretario de Planeación y Desarrollo de Coahuila. Pese a haber sido un buen alcalde de Torreón, en su historia no existe indicio alguno que nos haga confiar en su capacidad para atraer empresas que generen los empleos que tanto urgen en nuestra entidad.
A como van las cosas, un pregunta me invade: ¿en qué universidad estudian nuestros políticos? Ni siquiera en Harvard existe un plan académico que garantice a los estudiantes el poder trabajar en cualquier área que se lo propongan. Pero en México sucede todo lo contrario. Aquí un administrador hace el trabajo que debería corresponder a un ingeniero civil, y un profesor ocupa un cargo que excede por mucho a su preparación.
Por ahora no hay nada más que hacer. Nosotros mismos elegimos a estos empleados. Si queremos buenos resultados de ellos, debemos recordar nuestra posición de jefes y exigirles un buen desempeño. Sin embargo, para exigir debemos también ser ejemplo de trabajo y de constancia. La calidad de un Gobierno en gran parte depende de la calidad de los ciudadanos. Por eso todos, autoridades y sociedad, debemos trabajar de la mano para lograr el Coahuila que todos queremos.
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