Al ganar la alcaldía de Los Ángeles, la segunda ciudad más poblada de Estados Unidos, Antonio Villaraigosa se convierte en la máxima figura política de los latinos.
El país ha tenido gobernadores, secretarios, alcaldes y congresistas de origen hispano, pero desde 1872 se había negado la posibilidad de un Gobierno latino en la metrópoli californiana.
Con esta victoria de Villaraigosa surgen indicadores de gran interés:
En primer lugar que Los Ángeles con sus 3.7 millones de habitantes votó en forma abrumadora –56 por ciento- a favor del candidato de raíces mexicanas.
En segundo lugar que el voto hispano no fue definitivo para Villaraigosa. Aunque la población hispana representa el 46 por ciento, apenas un 22 por ciento se registró para votar.
Y en tercer lugar que el candidato ganador utilizó un discurso de unidad y no de choque o sectarismo para obtener la victoria.
Villaraigosa ha declarado en múltiples ocasiones que su Gobierno será para todos los angelinos y no únicamente para los latinos y los inmigrantes.
Ha sido claro en reiterar que nunca olvidará su origen mexicano pero siempre con el firme deseo de “aprovechar la diversidad” de Los Ángeles para mejorar sus problemas.
La ciudad californiana más grande sufre por el pandillerismo, la violencia urbana, el tráfico infernal y los embates de la drogadicción, entre otras cosas.
Su diversidad étnica y cultural es tan amplia que con frecuencia se advierte que lo que suceda hoy en Los Ángeles se repetirá cinco años después en el resto de Estados Unidos.
El triunfo de Villaraigosa ocurre en momentos críticos para Norteamérica y su comunidad hispana lo que podría convertirse en un parteaguas de la historia.
En 2000 los norteamericanos fueron sorprendidos con la noticia que los hispanos se convertían en la primera minoría del país por encima de la población afroamericana.
Esto puso de moda las corrientes latinas, pero revivió las pugnas y sentimientos racistas todavía presentes en Estados Unidos a pesar de vivir el siglo 21.
Los atentados terroristas de septiembre de 2001 han sido un buen pretexto para alentar acciones legales y administrativas en contra de la migración.
Ahí tenemos los candados para las licencias de conducir, las bardas fronterizas, los abusos contra indocumentados, la Ley 200 de Arizona, además de proyectos aberrantes como Minuteman.
Por ello el surgimiento de un líder como Antonio Villaraigosa ha sido recibido con gran regocijo en la comunidad latina que en estos años de embates y sufrimientos requiere ejemplos limpios y ganadores.
Pero el reto y la responsabilidad son enormes para el nuevo alcalde, quien necesitará de talento y capacidad a raudales para gobernar a una ciudad tan compleja como Los Ángeles.
Si Villaraigosa realiza una buena gestión, se enfilará automáticamente para la gubernatura, pero si fracasa será utilizado para desprestigiar a los políticos latinos.
En Texas y Florida los hispanos han logrado una fuerza política inusitada, pero por alguna razón en California se han quedado rezagados.
Villaraigosa es ahora la gran esperanza para los once millones de hispanos que residen en el estado dorado y que con su esfuerzo han contribuido a convertirlo en la quinta economía a nivel mundial. Le deseamos el mayor de los éxitos por el bien de nuestra comunidad.
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