EFE
MEDAN, INDONESIA.- Las numerosas réplicas del terremoto del domingo pasado, acompañadas de lluvias, atemorizaron y empeoraron la situación de los damnificados del desastre del sudeste asiático, que ha causado al menos 150 mil muertos, en un cambio de año presidido por el luto.
La población de la provincia indonesia de Aceh (oeste), la más maltratada por la tragedia, empezó un nuevo año atemorizada por más terremotos, bajo la lluvia y con carestía de agua y comida.
Todos los temblores tuvieron su epicentro frente a la costa noroccidental de Sumatra, la misma zona donde se localizó el sismo del domingo pasado, de 9.0 grados.
Unas 400 mil personas se hacinan en el mayor campamento de refugiados de Banda Aceh y la población sólo cuenta con un hospital y dos ambulancias para atender a tanto necesitado, según el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés).
Con este panorama se encontró ayer el presidente de Indonesia, Susilo Bambang Yudhoyono, a su llegada a la capital de Aceh para supervisar la situación.
La magnitud de la tragedia humana alcanza tal proporción que las autoridades dejaron de contar los muertos cuando ya llevaban más de 80 mil.
La ministra de Salud, Fadilah Supari, quien opinó que la cifra final en Indonesia superará los 100 mil fallecimientos, justificó la decisión diciendo que resulta imposible mantener una contabilidad precisa por la gran cantidad de cadáveres que aparecen.
La desesperada población de Aceh vio ayer con esperanza la llegada de un amplio contingente de marines de Estados Unidos, que comenzaron a prestar asistencia humanitaria.
En Tailandia, casi una semana después del maremoto, la turística isla de Phuket recobra la normalidad en algunos puntos, mientras la tarea de búsqueda de los casi seis 500 desaparecidos continúa con una lentitud exasperante.
“Muchos cuerpos están aún flotando en el mar. Ayer recuperamos 200 en Thai Muang (en Phang Nag, cerca de Khao Lak)”, dijo el primer ministro tailandés, Thaksin Shinawatra, en su alocución radiofónica de Año Nuevo.
En la India, con unos diez mil muertos, también múltiples terremotos de intensidad moderada siguen golpeando el archipiélago de Andaman y Nicobar, donde seis mil personas se encuentran todavía desaparecidas y algunas islas han quedado totalmente devastadas por los tsunamis.
El primer ministro de la India, Manmohan Singh, que tenía previsto viajar ayer al archipiélago para evaluar personalmente la situación, decidió posponer su visita, que se realizará en los próximos días.
Las autoridades de Andaman y Nicobar han cifrado en 712 el número de fallecidos en la zona, aunque la prensa india eleva a tres mil el número de muertos y se teme que gran parte de los cerca de seis mil desaparecidos hayan perecido, ya que han transcurrido seis días desde la catástrofe.
La magnitud de la catástrofe en los países afectados ha marcado las celebraciones del Año Nuevo.
Centenares de tailandeses y turistas extranjeros iluminaron de forma espontánea las calles de Pukhet, al sur de Tailandia, la última noche del año en memoria de las víctimas.
El luto se extendió también a Bangkok, la capital del país, donde las autoridades suspendieron todas las celebraciones previstas.
En Indonesia, donde las víctimas podrían ascender a las 100 mil, se vivió una jornada de luto y plegarias la víspera de Año Nuevo.
El Gobierno había pedido a los indonesios que suspendieran las celebraciones y fueran sustituidas por rezos nocturnos.
En la golpeada provincia de Aceh, los fieles se concentraron en la Gran Mezquita de Baiturrahman, uno de los pocos edificios que han quedado en pie de Banda Aceh, la capital provincial.
En Malasia, donde 66 personas perecieron engullidas por las olas gigantes, los habitantes del país se sumaron a la llamada del primer ministro, Abdullah Ahmad Badawi, que instó a sustituir la alegría de la fiesta por los rezos y oraciones.