La Selección Mexicana está por iniciar otra aventura en el extranjero, ahora en tierras estadounidenses, donde disputará el trofeo conocido como Copa de Oro, el equivalente en Concacaf de lo que sería la Copa Europea o la Copa América en el Cono Sur, por supuesto, toda proporción guardada.
El despiporre que son a nivel mundial los calendarios hace que se exprima al futbolista hasta la médula pues la exigencia de competitividad y la urgencia de resultados hacen casi imposible el descanso de estos atletas que, aunque los dirigentes mundiales del balompié no lo crean, o no lo sepan, siguen siendo seres humanos. El nivel de la Copa de Oro no será, nunca lo ha sido, de primera, pero el tri tiene que encararlo con toda seriedad por las siguientes razones:
El ganar el evento continental de la Confederación Norte, Centroamericana y del Caribe da el boleto automático para disputar la Copa Confederaciones que, como se acaba de ver en Alemania, es un importante escaparate, ya que se va obligando a los equipos a concurrir con todas sus figuras, lo que significa una invaluable oportunidad para rozarse con los grandes.
México es el máximo ganador de este certamen pues ha levantado el trofeo en cuatro ocasiones, por lo que deberá intentar el pentacampeonato; sin dejar de ubicar el evento en su justo medio, resultará gratificante levantar, una vez más, la copa de campeón.
La escuadra de La Volpe es, además, el actual monarca del torneo, lo que conlleva su dosis de responsabilidad. Hay que recordar que las veces que no se ha ganado ha sido más bien por culpa de México que por el supuesto avance del futbol de área, dejando a salvo, hay que decirlo, a Estados Unidos, cuyo desarrollo es innegable.
El grupo en el que nuestro representativo competirá tampoco es como para espantar a nadie; Guatemala está en un período de reestructuración y pudimos ver en la eliminatoria mundialista que integran un grupo bastante malito.
Imagínese usted que su estrella, el ?Pando? Ramírez, ni siquiera pudo ser titular con Jaguares de Chiapas, pues no, así no se puede.
El futbol caribeño está representado en el grupo por un cuadro que ha sido sube y baja, es decir, ha tenido períodos interesantes que incluso lo llevaron a asistir a la Copa del Mundo en Francia 98 y etapas en que parece que jamás han tocado un balón.
Me refiero, por supuesto, a Jamaica, que de la mano del técnico Simoes ganó su derecho a estar en la justa mundialista pero ahora ni siquiera pudieron entrar en el hexagonal final.
Finalmente, tenemos en el grupo al que pretende ser el invitado incómodo; Sudáfrica querrá aguar la fiesta a más de uno y puede resultar un rival complicado.
La historia, la tradición, la infraestructura, los presupuestos y el momento anímico del seleccionado nacional hacen afirmar que cualquier resultado diverso a la victoria tenga que ser considerado como un fracaso brutal. Suerte para ellos.