Cada semana se logra producir un millar de ladrillos; su costo es de 700 pesos
Ladrilleros desconocen los trámites que se tienen que realizar para el cambio de lugar; asimismo, ignoran las ventajas y los beneficios al aceptar su reubicación.
En un recorrido que realizó El Siglo de Durango por algunos obradores ubicados en la colonia Jardines de Cancún, se constató el desconocimiento de este programa; sin embargo, tienen conocimiento del Parque Industrial Ladrillero, del cual comentan que no es conveniente.
El señor Pedro Pérez, productor de ladrillo por más de 40 años, opinó que el nuevo parque ?no sirve para nada?, ya que le han dicho otros productores que se han ido a ese lugar que los hornos no están bien hechos y, por tanto, por esa experiencia no piensa moverse del lugar donde se encuentra actualmente.
Sin embargo, al plantarle sobre la existencia de un centro de acopio para vender el ladrillo, Pedro Pérez consideró que eso sería aceptable, ya que en algunas ocasiones tienen que vender el producto a los ?coyotes? y de esta forma malbaratan su trabajo.
Muchas veces prefiere venderse el ladrillo y sacar algo para comer, que tenerlo almacenado sin obtener ningún beneficio.
En temporada invernal y de lluvias pocas veces puede quemar; expresó que el poco dinero que gana apenas alcanza para comer y mantener a sus tres hijos, aparte de un trabajador y un cargador.
?Los hornos de allá no sirven para nada porque no están bien hechos?, recalcó y aseveró que por su vasta experiencia en este trabajo y por lo que le han comentado los productores de allá, no les han funcionado.
Precisó que un centro de acopio estaría bien para que los ?coyotes? no les compren a bajo precio y de esta forma se estaría dando un precio igual para todos, ya que es preocupante que a costillas de su necesidad obtienen un beneficio.
Emilio Aguilar Luna, de 16 años, interrumpió sus estudios al terminar su primaria; en un principio era peón de obra, pero hoy renta un horno para hacer ladrillo.
Afirma que desconoce los proyectos que actualmente tiene el Municipio; al saber sobre éste expresó que el lugar está muy lejos, por lo que se dificultaría la venta.
Emilio fabrica aproximadamente 600 ladrillos diarios y el precio es de 700 pesos el millar; al ?coyote? lo llega a negociar hasta en 500 pesos, cantidad que no le deja ninguna utilidad.
Explica que el negocio es redituable si lo venden al precio que ellos indican, pero no si lo traspasan a ?coyotes?, que en su mayoría se comercializa de esta forma.
En un recorrido por su obrador explicó el proceso que tiene que seguir para hacer un ladrillo: primero, desde la preparación de la tierra con agua y corteza de árbol; allí se deja en reposo para después pasar la pasta a unos moldes en forma estándar; se pone a secar y después de unos días, al secarse completamente, se atrincheran para posteriormente quemarlos.
Este proceso dura días y cada semana aproximadamente fabrica hasta un millar, cantidad de la cual sólo una parte es comercializada.
