Se supone que los mexicanos transitamos por el sendero de la transparencia. Se supone que en nuestro país, todas las instancias de Gobierno, todas las dependencias y funcionarios que tienen acceso al erario, que canalizan recursos o autorizan alguna obra, deben justificar cada centavo, ya que finalmente se trata del dinero que es de todos y que llega a las arcas públicas vía el pago de impuestos de los ciudadanos. Se supone, pero en nuestra clase política y/o gobernante existen ejemplos de hasta dónde se puede llegar para ocultar información y manipular los hechos.
Hoy, el caso más dramático lo constituye el gobernador del Estado de México, Arturo Montiel, el mismo que pretende conquistar la candidatura del PRI a la Presidencia de la República -como el ungido por el Tucom- y posteriormente gobernar a todos los mexicanos. Es un hombre proclive al gasto excesivo en imagen y no tiene empacho en alimentar el culto a su personalidad, pero se niega a informar cuánto le ha costado a los mexiquenses, en primera instancia y al resto de los ciudadanos de este país, su larga, sistemática y excesiva campaña en los medios de comunicación, locales y nacionales.
Desde hace cinco años, los espectaculares con su rostro, los anuncios de radio y televisión en donde con una sonrisa asegura que su Gobierno es la máxima representación de la eficiencia y que el Estado de México accedió al primer mundo gracias a su trabajo, bombardean día y noche a los ciudadanos... pero nadie debe saber de dónde salió el dinero y a cuánto asciende. Gracias a uno de esos recursos casi mágicos con los que algunos políticos mexicanos evaden responsabilidades, el Comité de Transparencia de Comunicación Social del Estado de México clasificó como información reservada, toda la referente a los costos de la campaña propagandística de Montiel, y se podrá conocer hasta dentro de nueve años, en 2014.
Lo anterior podría reducirse a una anécdota jocosa de cómo se dan traspiés en un país que no termina por consolidar su vocación democrática; podría reducirse a un ejemplo de cómo en algunos estados de la República, persisten los liderazgos casiquiles, en donde un gobernador puede hacer literalmente lo que se le antoje, pero lamentablemente se trata de un personaje que pretende ser el próximo Presidente de la República y aún más grave, se trata de un hecho que evidencia los rezagos en materia política y los poderes reales que operan por encima de la Ley.