MADRID, ESPAÑA.- El Osasuna de Pamplona, de la mano del director técnico mexicano Javier Aguirre, alcanzó la primera final de Copa de su historia, impulsado por la impotencia de un Atlético de Madrid incapaz, no sólo de marcar gol alguno, sino de crear peligro con asiduidad o, al menos, de convencer de su garra a una afición que le despidió con una gran bronca, convencida de que ha echado el cierre a otra lamentable temporada.
Sin ideas, sin capacidad para volcar al campo la pasión que deseaba desatarse en las gradas, el Atlético cayó en la trampa de Osasuna, que se encontró cómodo con la ausencia de juego que ambos mostraron.
Aventuró el uruguayo Pablo García que iría a Madrid, "a la guerra" y demostró sus dotes de augur, porque Atlético y Osasuna no hicieron más que intercambiar golpes en toda la primera parte.
Como si quedasen demasiadas cuitas pendientes tras dos partidos de Liga y otro de Copa, más pendientes por solventar discusiones inacabadas, los jugadores de ambos conjuntos ocuparon la mayor parte de la primera mitad en buscar al rival, en provocar encontronazos y desentenderse del balón.
A ritmo de una falta por minuto transcurrió el primer cuarto de hora y, aunque el promedio descendió ligeramente, no hubo posibilidad alguna de enlazar un par de jugadas antes del descanso.
Al Atlético, además, le sobró precaución. Angustiado por su falta de gol en el último mes, el técnico rojiblanco, César Ferrando, prefirió resguardar su meta de un tanto que obligase a su equipo a buscar la goleada.
Alineó tres centrales (Pablo, García Calvo y Perea), para vigilar los balones largos y el juego aéreo del conjunto navarro, y reforzó el centro del campo con cinco jugadores.
Su equipo, sin embargo, no se sintió cómodo con el balón y, ante la presión de Osasuna, obvió el centro del campo y no creó peligro más que con un balón largo, que no supo despejar la zaga navarra, ni aprovechar el uruguayo Richard Núñez (minuto 12), el más activo en la primera mitad.
El equipo del mexicano Javier Aguirre no se acercó más al gol que su rival, pese a que dispuso de numerosas ocasiones a balón parado para aprovechar la altura del uruguayo Richard Morales. Tan sólo un golpe franco lanzado por Pablo García y despejado de puños por Leo Franco, llevó algo de peligro a la meta rojiblanca (29).
Se ahorró Diego Maradona, que ingresó al Vicente Calderón en el descanso, tres cuartos de hora de tedio, pero ni la presencia del astro argentino en el palco estimuló a los jugadores en el segundo tiempo.
Con Salva Ballesta en sustitución de Richard Núñez, el Atlético quiso tener más presencia en el área contraria y, quizá, mayor ardor guerrero, pero no cambió demasiado la dinámica de su juego, inconexo y demasiado previsible.
De hecho, tuvo Osasuna la sentencia en el arranque de la segunda mitad, pero el camerunés Pierre Webó no supo cómo rentabilizar un error de García Calvo y le entregó el balón a Pablo Ibáñez, cuando se encontraba solo ante Leo Franco (53).
El Atlético, al contrario, aún tardó más de diez minutos en crear peligro, con un remate con la coronilla de Gonzalo Colsa que despejó con apuros Elía.
Pero el paso del tiempo no hizo más que aumentar su impotencia, descubrir las enormes carencias del equipo, que no pudo más que confiar en un golpe de suerte para empatar la eliminatoria.
No llegó, porque el Atlético no tuvo recursos para buscarlo y Osasuna pudo festejar su primer pase a una final, la que disputará el próximo 11 de junio contra el Betis, gracias al único gol marcado por Valdo en Pamplona.
Atlético de Madrid: Leo Franco; Pablo, García Calvo (Aguilera, al minuto 70), Perea; Velasco, Luccin, Colsa, Antonio López; Ibagaza; Richard Núñez (Salva, al 46), Fernando Torres.
Osasuna: Elía; Expósito, Cruchaga, Josetxo, Clavero; Valdo, Pablo García, Puñal, Delporte (Moha, al 78); Webó (Muñoz, al 66), "Chengue" Morales (Milosevic, al 81).
Árbitro, Luis Medina Cantalejo. Amonestó a los locales Luccin, Antonio López, Ibagaza y a los visitantes Morales, Cruchaga, Webó, Pablo García, Clavero, Muñoz, Elía.
Incidencias: Partido de vuelta de la semifinal de la Copa del Rey disputado en el Estadio Vicente Calderón ante 50,000 espectadores. Presenciaron el encuentro en el palco, entre otros, el ex futbolista argentino Diego Maradona y el seleccionador nacional, Luis Aragonés.
Justos ganadores
Javier Aguirre, director técnico del Osasuna, manifestó que su equipo es justo finalista porque "sin hacer un partido del otro mundo, fuimos un equipo serio en defensa y en el global de los 180 minutos merecimos pasar la eliminatoria".
Aguirre felicitó a sus jugadores, de quienes dijo que "sin ellos no hubiese sido posible este éxito" y señaló que la final que jugará contra el Betis el próximo 11 de junio es lo mejor que ha logrado en las tres temporadas que lleva en Osasuna.
El mexicano comentó que le sorprendió la línea de cinco hombres que César Ferrando dispuso en defensa, y sus jugadores, a los que habló antes del encuentro para que no se atemorizasen por el ambiente.
"El Osasuna fue justo vencedor, sin hacer un partido nada del otro mundo, en el global de 180 minutos estuvimos serios. Uno por uno he agradecido el esfuerzo a los jugadores. En mi tercer año en España esto es lo máximo que he hecho con Osasuna. Le agradezco a la gente de Pamplona su apoyo durante este tiempo. Por fin le damos una alegría", dijo el técnico, quien recordó que han sufrido mucho para lograr este éxito "porque durante mucho tiempo nos han dicho que éramos una basura".
Aguirre no quiso comentar nada sobre la final contra el Betis. "Primero tenemos que terminar bien la liga y luego pensaremos en la final de la Copa", dijo.
TRUENA LA AFICIÓN
La afición del Atlético de Madrid, que cayó eliminado de las semifinales de la Copa del Rey frente al Osasuna de Pamplona, estalló en contra de su equipo y de su presidente, Enrique Cerezo, cuando el partido estaba a unos minutos de su conclusión, en el Estadio Vicente Calderón.
Los jugadores, que intentaron saludar a los aficionados desde el centro del terreno de juego, fueron despedidos con una sonora pita, a la vez que muchos seguidores increparon al palco, donde se encontraba el presidente Enrique Cerezo, e incluso algunos intentaron acceder al mismo.
Al finalizar el partido, un grupo nutrido de aficionados se agolpó en la puerta cero del estadio, la que da acceso a vestuarios, sala de prensa y palco, e increparon a jugadores y presidente, en unos momentos en los que se vivió gran tensión.
Los aficionados gritaron "Cerezo cabrón fuera del Calderón" y "jugadores mercenarios y delincuentes".