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Otra nueva esclavitud/Diálogo

Yamil Darwich

Sin duda que el desarrollo y evolución de la humanidad han traído aparejadas formas nuevas y más refinadas de esclavitud; si bien es cierto que la manera tradicional de violar uno de los primordiales derechos del ser humano, la libertad, fue la esclavitud prácticamente abolida, también es verdad que las formas de abusar de las personas se han sofisticado.

Los acontecimientos actuales nos hacen retomar el tema para proponerlo como Diálogo de esta semana, actos de verdaderos depredadores de la raza humana, que aprovechan las condiciones de debilidad generadas por las circunstancias, como la presentada en Asia, donde terremotos y maremotos han ocasionado destrucción y muerte, más allá de lo que comúnmente nos entera la prensa.

Saber sobre las muertes que ha causado el fenómeno meteorológico, que al escribir esta entrega se estimaban en ciento cincuenta mil y algunos expertos de la Organización Mundial de la Salud dicen que pudieran llegar a doscientos mil, sumando más de medio millón de personas lesionadas, que han sobrepasado con mucho las posibilidades de atención médica y las pérdidas materiales cuantiosas, nos ayudan a entender la magnitud y fuerza de la naturaleza, dimensionando el poder real del hombre.

También hemos podido apreciar la reacción del resto de las naciones del mundo, algunas espontáneas, otras un tanto obligadas por el interés de promover la imagen nacional y personal de los gobernantes en el medio político internacional.

Pero hay otras noticias que igualmente nos deben conmover, o tal vez más: las de los criminales tratantes de blancas y menores, pervertidores y malvivientes que han sido descubiertos recorriendo las calles en busca de indefensos para poder lucrar con ellos.

Las agencias de prensa internacional ya han hecho la denuncia de esos delincuentes que abusan de las minorías en desventaja; nada nuevo en la historia del mundo, en el que hasta hace muy poco tiempo empezamos a preocuparnos, y sobre todo a ocuparnos de dar la atención a las necesidades y los derechos de esos grupos desprotegidos, incluidos algunos de mujeres que viven en extrema pobreza, o en países con tradiciones y costumbres que aceptan o solapan la esclavitud.

Tal vez esos problemas de derechos humanos nos parezcan un tanto alejados de nuestra realidad regional, aunque hayamos sido conmovidos por las desapariciones de jovencitas de la región, la mayor parte de ellas “reaparecidas” en casas de familiares, en otras ciudades, o en compañía de amigos cercanos. Otras aún no han sido encontradas.

Sin embargo, debemos considerar que el problema del abuso a los más desprotegidos también se vive con la prostitución, que crece conforme se pierden oportunidades de trabajo y se disminuyen los ingresos de los más necesitados, por su propia falta de preparación para poder enfrentar la vida.

En días pasados, en El Siglo de Torreón, apareció una nota sobre la prostitución que se ejerce en el periférico que une a las tres ciudades que forman el núcleo principal de la Comarca Lagunera. El periodista Quitzé Fernández presentó un reportaje que denuncia el ejercicio libre del oficio más viejo del mundo, con descripciones de la denigración que viven esos seres humanos, en una de las más dolorosas expresiones: vender el propio cuerpo.

El texto dice, entre otras cosas: “Siempre andan solas, si acaso traen condones y ningún control sanitario. No hay hora para ofrecer servicio; eso sí, en la mañana debe ser discreto y acuden poco a los moteles, es más cómodo y siempre seguro el camarote de un camión”, dejándonos la sensación de la alta vulnerabilidad de esos seres humanos, que bien pueden ser violentadas de distintas maneras y hasta asesinadas. ¿Qué es lo que le impide actuar a las autoridades de las tres ciudades?, ¿o estaremos esperando que se nos contagie el síndrome de “Las Muertas de Juárez” para tomar medidas?

Una de las entrevistadas hace una acusación indirecta, al comentar que hay mujeres que a los 15 años ya andan en el “talón”. ¿No es una grave falta contra esas menores de edad?

Más adelante, otra denuncia a la falta de oportunidades, al escribir el periodista que: “la entrevistada fue obrera, pero la maquila no dejaba dinero y hubo despidos. Fue “chacha” (sirvienta) y era mucho trabajo, poca la paga. Una amiga de niñez se dedicaba a prostituirse con los camioneros; le comentó que era fácil y dejaba dinero cuando las carreteras estaban llenas ... Es bien fácil, nada más te paras a la orilla de la carretera y cuando te echan las luces te vas con ellos, o bien puedes buscarlos ahí donde descansan, en los centros traileros. Nada más les tocas a la puerta. Imagínate, pobrecitos, tanto tiempo en carretera”.

La nota da para más análisis; un camionero declara que: “sí, las mismas mamás les enseñan a “talonear”. Pero no son muy chicas, de 15 a 16 años empiezan. Ya son conscientes de lo que hacen. Lo mismo pasa en las rancherías y ejidos, nunca falta la joven o señora que se les ofrezca para un rato”. El entrevistado comenta que “ellas como que ven el dolor y la soledad de sus cuerpos, que tienen algo que los calma, que los hace descansar”. Ésta es una clara referencia a la falta de oportunidades y de las dificultades que tienen los pobres para alimentarse y sobrevivir; claro que de por medio va la declaración de un trabajador con escasa educación, tanto en valores como en conocimientos. ¿Ambos personajes habrán tenido reales posibilidades de desarrollo humano?

La pobreza siempre la hemos vivido, de hecho hay quienes aseguran que será imposible acabar con ella; lo que pocas veces recordamos es que existe la miseria, ésa que algunos tasan en pesos y centavos y la califican como la que incluye a quienes no pueden cubrir sus propias necesidades y no tienen posibilidades de encontrar formas dignas de mantener su vida.

Esta pobreza humana es cada día más profunda y más personas la padecen en el mundo, incluida la Comarca Lagunera. Nuestra responsabilidad moral es aportar para atacarla.

Es una oportunidad que se les presenta a las autoridades para justificarse como tales y que actúen con el rigor de la Ley, pero con el respeto que nos merecen estas personas. El reto es para los responsables de las direcciones de seguridad, Prevención Social y salubridad, para que se coordinen entre sí, y al menos en este caso se hagan notar positivamente ante la comunidad lagunera. Ahora les toca a ellos y yo le invito a usted a que estemos atentos.

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