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Otro innombrable

Sergio Sarmiento

López Obrador “no quiere regresar al pasado socialista; nos va a partir la madre a todos”.

Subcomandante Marcos

¿Para quién está trabajando el subcomandante Marcos? Después del fuerte ataque que les dirigió a Andrés Manuel López Obrador -el otro Innombrable- y al PRD uno tiene derecho a estar confundido.

Una caricatura del periódico La Jornada, periódico que nunca se ha caracterizado por su hostilidad al neozapatismo, retrató al subcomandante dando un discurso a un grupo de personajes vestidos de guerrilleros -entre los que se contaban Carlos Salinas de Gortari y Diego Fernández de Cevallos, los villanos favoritos del perredismo- que aplaudían con entusiasmo a su nuevo líder. Un periodista amigo, en contraste, me decía que el ataque era sin duda resultado de un acuerdo entre Marcos y López Obrador: qué mejor manera de subrayar la nueva moderación de Andrés Manuel, especialmente frente a las clases medias, los empresarios y los dirigentes políticos estadounidenses, que tener al líder guerrillero más importante de México quejándose de que el perredista se ha movido demasiado al centro y ha traicionado a la izquierda.

Yo no voy a tratar de desentrañar las intenciones del subcomandante. La experiencia me dice que Marcos está más enamorado de sí mismo y de su imagen en los medios de comunicación que de la coherencia de sus ideas. Es imposible saber si sus declaraciones han sido patrocinadas por Salinas de Gortari o por el propio López Obrador o si son simplemente producto de su excentricidad, de su extraño sentido del humor o de su falta de equilibrio personal.

No tengo duda que el PRD es el partido que en este momento concentra el apoyo de la mayor parte de izquierda de nuestro país y que el respaldo que López Obrador obtiene dentro de este grupo político es abrumador. Una de las razones por las cuales Cuauhtémoc Cárdenas abandonó la contienda por la candidatura presidencial perredista es porque se da cuenta que la ventaja del ex jefe de Gobierno de la Ciudad de México es insuperable. Ni siquiera el enorme respeto que la mayoría de los perredistas tiene por el ingeniero es suficiente para descarrilar este apoyo.

Sólo hay un personaje que puede competir en popularidad dentro de la izquierda con López Obrador: se trata del subcomandante Marcos. En el ánimo rebelde que es sinónimo de militancia o de simpatía con la izquierda, Marcos tiene un atractivo especial, producto no sólo de su carácter iconoclasta sino de su carisma personal y de su facilidad de palabra. Si Marcos se decide a competir con López Obrador por el voto de la izquierda, o si activamente hace campaña a favor de la abstención por considerar el sufragio como una práctica burguesa que no es realmente democrática, les puede hacer un daño importante al PRD y a su candidato.

Pese al exceso de confianza que muestran muchos perredistas en este momento, Andrés Manuel dista de tener ganada la elección del 2006. El voto duro del PRD es el más pequeño de los tres grandes partidos políticos nacionales. El propio presidente nacional del partido, Leonel Cota, lo ha reconocido cuando señala que el gran reto para el partido en 2006 será elevar su respaldo del 18 por ciento del voto popular a una cifra que le dé realmente el triunfo en la elección presidencial. Pero para pasar al 40 o 42 por ciento que se requeriría para la victoria, el PRD necesita sumar y no restar. El cinco o seis por ciento de los votos que pudiera sustraer de su contabilidad el subcomandante son suficientes para derrotar una campaña de otra manera triunfadora.

¿Cuál es el verdadero plan de Marcos con sus declaraciones? ¿Está tratando de destruir la campaña del PRD, convirtiéndose así en aliado de sus viejos enemigos Salinas de Gortari y Fernández de Cevallos? ¿O pretende más bien fortalecer al PRD al lanzar el mensaje de que Andrés Manuel se ha movido al centro? Quizá sea imposible saberlo. Marcos es inescrutable. De hecho, es posible que ni él mismo lo sepa: el subcomandante suele disparar del cinto sin preocuparse demasiado por apuntar.

Lo que los mexicanos no podemos darnos el lujo de hacer es simplemente menospreciar la importancia que el subcomandante Marcos puede tener en la política nacional. Éste fue, después de todo, el gran error de Carlos Salinas de Gortarti en 1994. Y el costo de esta equivocación fue brutal, tanto para él en lo personal como para nuestro país.

PETROLEROS DISIDENTES

Parecía que todo estaba planchado. Pero Joaquín Gamboa Pascoe, líder de la Federación de Trabajadores del Distrito Federal, fue finalmente electo secretario general de la CTM sin el apoyo de los dirigentes petroleros. Al parecer Carlos Romero Deschamps no tomó con espíritu deportivo su derrota en las negociaciones entre los jerarcas de la CTM.

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sergiosarmiento@todito.com

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