TESTAMENTO
Te dejo la sabiduría, para que saborees las cosas de Dios.
Te dejo la bondad, para que te estimen.
Te dejo la paciencia, para que reine en tu presencia.
Te dejo la mansedumbre, para que tengas control.
Te dejo el poder, para hacer lo que no puedas.
Te dejo la fuerza, para que en todo te esfuerces.
Te dejo la fortaleza, para que nada te amedrente.
Te dejo el deseo, para que hagas lo que quieras.
Te dejo una buena salud, para que la cuides.
Te dejo un buen cerebro, para que pienses.
Te dejo un mal pensamiento, para que no desatines.
Te dejo la comunicación para que hables y escribas.
Te dejo la memoria, para que te acuerdes de mí.
Del libro: En el Alarido de lo Inmarcesible.