Segunda y última parte
En la primera parte de este artículo señalé la necesidad de tomarle la palabra al gobernador de Durango, en relación a su compromiso con el sector educativo. Con ello me refería no sólo a lo que escribió en la introducción al documento denominado Directrices de Transformación del Sistema Educativo Estatal, sino al resultado de un encuentro que tuvimos con él un grupo de representantes de diversas organizaciones sociales y políticas de izquierda, en la capital del Estado. Lo vimos en una actitud de mucha apertura, con disposición a debatir desde posiciones ideológicas diferentes los problemas de la Entidad y particularmente, los educativos. En este asunto, el gobernador deberá ser más vigilante del desempeño de sus funcionarios, para que aporten resultados y de verdad impulsen, por lo que respecta a la educación, un proyecto claro, con metas bien definidas, que es lo que faltó en el sexenio anterior.
De acuerdo con lo señalado, el nuevo secretario de Educación en Durango tiene el enorme reto de superar rezagos, inercias e ineficiencias, para hacer posible el cumplimento del compromiso explícito hecho por el gobernador Hernández Deras, en el sentido de transformar integral y funcionalmente todo el sector educativo. Según el secretario Héctor Arreola Soria se requiere para cumplir ese compromiso “El reordenamiento mismo de los procesos educativos y administrativos del Sistema Educativo Estatal, así como los tipos y opciones de financiamiento suficiente y una gestión educativa eficiente, transparente y evaluable...”. Esto que está escrito en el prólogo del documento mencionado antes, en una primera lectura pudiera reflejar una visión tecnoburocrática de un funcionario a cargo del sector educativo en el Estado, lo que conlleva el riesgo que solamente se induzcan cambios “cosméticos”, superficiales, en la parte visible (material, objetiva) del sistema, sin tocar el fondo de los problemas, la subjetividad de los sujetos intervinientes y la calidad de los procesos y productos de la enseñanza-aprendizaje en las aulas. Es indudable que se requiere mucha más precisión en cuanto al proyecto educativo para Durango, las áreas de desarrollo, las líneas estratégicas y las metas a alcanzar, pues ello permitiría que la sociedad vaya evaluando y requiriendo la ya imprescindible rendición de cuentas por parte de autoridades.
De las Directrices para la Transformación del Sistema Educativo Estatal conviene comentar algunos elementos que considero relevantes y de los cuales se puede desprender la elaboración e implementación del plan para el sector. Por principio de cuentas, resulta interesante que se hable de impulsar una educación integral pluralista, participativa e incluyente, pues estos conceptos no eran bien vistos por la tecnocracia de este país, especialmente el de integral aplicado a la educación, ya que ello implica adoptar una perspectiva de totalidad para el análisis y abordaje de la educación de sujetos históricos concretos que enfrentan problemáticas complejas. Además exige que en los hechos se articulen en el trabajo con la Secretaría de Educación otras instancias encargadas de la salud, la cultura, la vivienda, el desarrollo social, el campo, el empleo, entre otras, de manera que se generen condiciones para la intención integral a los duranguenses.
Por otra parte, el que se afirme que se buscará “transitar hacia un sistema educativo con oportunidades para todos, de calidad con equidad”, no lo podemos tomar como una declaración a la ligera, pues es una responsabilidad del Estado ya establecida en la Constitución y que abarca los tres niveles: federal, estatal y municipal, por ello es importante que ahora se hable no sólo de asegurar la atención a la educación básica, sino ampliar las metas hasta cubrir la demanda de educación media y superior. No es desconocido que hacen falta bachilleratos de distinto tipo y mayor diversidad de opciones profesionales, pues muchos jóvenes duranguenses, especialmente de la Región Lagunera, tienen que estudiar en otros estados por falta de oportunidades en su entidad de origen.
No dudo que el gobernador entienda que el rol de la escuela no se circunscribe a formar operarios a la medida de empresas, sino que debe orientarse a formar seres humanos pensantes y creativos, personas realmente completas. Ello exige redefinir las estrategias para que la tarea educativa esté atravesada por un enfoque cultural, en donde ocupe un lugar fundamental la lectura, trazando metas relacionadas con ella; por ejemplo, que al terminar el tercer grado de primaria el mayor porcentaje de niños que hoy están en primero lea bien y en forma independiente. También es necesario para hacer realidad el asunto de la calidad, que se establezcan estándares ambiciosos y claramente definidos por grado y por asignatura, esto es, contar con perfiles parciales sin el cumplimiento de los cuales los alumnos no deben ser promovidos, pues pareciera que ya no está permitido reprobar alumnos, aunque no cumplan con los requerimientos mínimos de acuerdo a su nivel. En este punto de la calidad se plantea además la necesidad de proveer gratuitamente paquetes de material didáctico, útiles escolares para maestros y alumnos.
Finalmente, a reserva de seguir tratando este tema en otro momento, creo conveniente retomar el concepto de Escuela de Jornada Completa o el de Turno Discontinuo, con el propósito de abarcar, bajo la lógica de la educación integral, la formación cultural y artística, la educación física y la práctica del deporte, todo ello de manera más sistemática y con mayor aplicación de tiempo y recursos. En fin, con lo expresado y lo que aún queda por decir, se apunta el tamaño del reto que significa atender adecuadamente el campo de la educación en una entidad como la duranguense.