EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Paideia/Acuerdo de Iguazú y nuestra América

Gabriel Castillo

Una excelente fotografía publicada en primera plana en uno de los principales diarios de circulación nacional, me dio tema para esta colaboración. Se trata del efusivo abrazo, captado por la lente de un fotógrafo de la agencia Reuters, entre los presidentes de Argentina y Brasil, con el que sellaron la firma de un convenio de cooperación en áreas estratégicas entre los dos países. Un sonriente Luiz Inácio Lula da Silva junto a un eufórico Néstor Kirchner, hacen evidente el estado de ánimo que privó en un encuentro político de gran significación para nuestro Continente, pues confirma y refuerza la alianza estratégica entre esas dos importantes naciones sudamericanas, promotoras de la alternativa económica que representa el Mercosur frente a los acuerdos comerciales con las potencias del norte.

Ese hecho me hizo recordar un bello texto del escritor cubano Alejo Carpentier sobre conciencia e identidad de América, mismo que se encuentra incluido en su obra “La novela latinoamericana en vísperas de un nuevo siglo”. En él nos recuerda que nada latinoamericano puede sernos indiferente a quienes vivimos en esta hermosa pero también lastimada región; que las luchas, los logros, los dramas, las caídas y los triunfos, de las naciones hermanas del Continente, son acontecimientos que nos conciernen directamente. Por ello el Acuerdo de Iguazú debe resultar cercano a nosotros los mexicanos aunque haya sido suscrito lejos de aquí, en el puerto que lleva ese nombre y que se encuentra ubicado en la frontera común entre Argentina y Brasil. Y debemos de apreciarlo como de interés para nosotros, en virtud de que se impulsa con él la actuación conjunta de los países latinoamericanos frente a los organismos de crédito, a efecto de eludir cualquier tipo de condicionamiento que pueda afectar los planes de desarrollo locales en nuestra América.

El principal compromiso derivado del Acuerdo de Iguazú se resume en tres palabras: desarrollo, justicia e integración. Ello evidencia la intencionalidad política del documento a que nos hemos referido, pues en él se habla de fortalecer el proceso de cooperación, integración y amistad “en favor de valores y objetivos comunes, tales como el desarrollo con equidad, la erradicación del hambre y la pobreza, y la promoción de la democracia y los derechos humanos”, así como darle importancia a la profundización y consolidación del Mercosur y buscar abogar conjuntamente para evitar la imposición, por parte de organismos financieros internacionales, de condiciones que afecten la capacidad de los gobiernos de promover políticas de crecimiento, empleo digno e inclusión social. Desde luego que estos son asuntos que nos competen y debieran interesarnos, sobre todo ahora que el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Sr. George W. Bush, ha endurecido su posición contra los migrantes mexicanos y en general latinoamericanos que cruzan la frontera, a pesar de que nuestro presidente, el Sr. Vicente Fox, se ha convertido en el principal promotor del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que sobre todo le interesa a nuestro vecino del Norte. No cabe duda que sigue vigente aquella expresión que usó el gran poeta cubano José Martí para referirse a Estados Unidos: “El gigante con botas de siete leguas que nos desprecia”, a la cual podríamos agregar como complemento: “a pesar de todo lo que hace nuestro Gobierno actual por agradarlo y complacerlo”.

Ciertamente acontecimientos como el Acuerdo de Iguazú hacen propicio el considerar, tomar en cuenta que el futuro de nuestra América en gran parte dependerá del estudio de nuestra historia. Entender que Latinoamérica es la Patria de Tupac Amaru, de José Martí, de Simón Bolívar, de Benito Juárez, pero también de Sor Juana Inés de la Cruz, de Miguel Ángel Asturias, de Pablo Neruda, de Diego Rivera, de José Clemente Orozco, de Mariátegui, de García Márquez, por citar algunos nombres entre muchísimos otros sin intencionalidad previa. No debemos olvidar, coincidiendo con Alejo Carpentier, que nuestros libertadores, nuestros maestros en el pensamiento, nos han legado miles de páginas que contienen gran cantidad de observaciones, de análisis, de consideraciones o de advertencias que nos siguen sorprendiendo por su actualidad, por su vigencia, por lo que tienen de aplicable para el presente y para el futuro.

No está de más insistir en que es indispensable conocer a nuestros clásicos americanos, leerlos o releerlos, meditarlos para que nos ayuden a encontrar nuestras raíces, a redescubrirnos, en la idea de contar con un soporte para estar en condiciones de buscar jugar un papel significativo en los complicados y hasta turbulentos escenarios que tienen y tendrán lugar en este Continente. No importa que nuestro ámbito de acción sea reducido, lo que habremos de hacer valer es la claridad de nuestra posición, a partir de la conciencia e identidad con el ser latinoamericano. No nos hará daño voltear hacia el Sur.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 184979

elsiglo.mx