Cuando Vicente Fox realizó su campaña en busca de la Presidencia de la República, los mexicanos fuimos testigos de una estrategia de descalificación dirigida especialmente a los candidatos del Partido Revolucionario Institucional, a los cuales lo menos que les dijo fue “tepocatas” y “víboras prietas”. Es comprensible que al calor de una campaña y buscando el mayor impacto mediático, se utilice un lenguaje populachero o en ocasiones agresivo para referirse al adversario político, pero me parece que esto debe cambiar cuando se obtiene el triunfo y se accede al poder, sobre todo cuando se trata de asumir la Jefatura del Estado Mexicano.
Un triunfo indiscutible y legítimo como el obtenido por el señor Fox, hizo posible que se le confiriera, por el pueblo y los otros Poderes, la dignidad que representa el cargo de presidente de la República. No es cualquier cosa eso que se conoce como Investidura Presidencial y debe ser respetada; pero el primer obligado a respetarla es el propio portador de la misma. No obstante, pareciera que a lo largo de estos cinco años no ha terminado de entender esto el presidente Fox, pues en distintos momentos con su conducta política y por los errores cometidos ha dado margen a que se vea dañada esa Investidura. El reciente conflicto con el Gobierno venezolano es una muestra de ello, puesto que se pudo haber evitado lo que ahora se cataloga como ofensa a la dignidad del Presidente y del pueblo de México.
El primer mandatario acudió a la Cumbre de las Américas en la provincia de Mar del Plata, en Argentina, en calidad de jefe de Estado y representando a todos los mexicanos. Cometió un primer error al querer trasladar su “Hoy, Hoy, Hoy” a tierras argentinas, buscando imponer como tema de discusión el asunto del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) cuando no estaba considerado en la agenda previamente establecida por los mandatarios asistentes a la Cumbre. Ello pudiera verse como una provocación si se toma en cuenta que el país anfitrión es uno de los principales promotores del Mercosur.
Sin embargo, no paró ahí, ya que sin el menor respeto a su propia Investidura nuestro presidente se puso a criticar, primero al ídolo argentino Diego Armando Maradona por participar en los actos de protesta contra el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y enseguida a Hugo Chávez, presidente de Venezuela, por -Fox dixit- tomar a “chunga” el asunto del Libre Comercio, para terminar cuestionando al mandatario anfitrión Néstor Kirchner por preocuparse más (en su discurso) por agradar a los argentinos que por “garantizar el éxito” de la reunión. Más aún, se atrevió a insinuar ante los medios de comunicación internacionales que el propio presidente Kirchner había promovido las protestas callejeras contra Mr. Bush y el ALCA. Estas acciones y dichos de ninguna manera corresponden a lo que debiera ser el comportamiento de un jefe de Estado y, lamentablemente, dieron lugar a respuestas de los presidentes de Argentina y Venezuela, siendo en este último caso totalmente inadecuadas, alejadas también de la diplomacia.
Pero no sólo en materia de política exterior el presidente Fox ha cometido errores que afectan su Investidura; también ha ocurrido en lo que concierne a la política interna, pues no es desconocido que a la menor provocación se pone los guantes para responder agresivamente como primer panista, haciendo de lado su papel de primer mandatario, o como marido ofendido frente a los cuestionamientos que no pocas veces se han hecho a su señora esposa. Además, son conocidos sus excesos verbales contra los diputados federales cuando no se aprueba alguna iniciativa enviada por él al Congreso, olvidando que es otro poder soberano que le merece respeto. El caso más reciente fue el uso de la expresión “lengua suelta” para referirse a la diputada perredista Malú Micher quien, utilizando las facultades que le confiere la comisión investigadora que preside, pidió transparentar el manejo de la partida destinada a gastos de la Presidencia de la República recientemente aprobada dentro del presupuesto para el año 2006.
De acuerdo con lo señalado, nos queda claro que el respeto a la Investidura Presidencial empieza por el actuar y decir del propio presidente Fox. Ojalá que en los meses que le quedan a la actual Administración cuide esa Investidura, además de hacerla valer para darle rumbo y gobernabilidad a este país en beneficio de todos los mexicanos.