Los mexicanos debemos tener claro que es sumamente importante valorar lo que está pasando en el entorno político de cara a 2006. Los principales partidos políticos tienen ya, de hecho, definidos sus candidatos a la Presidencia de la República, pues no creo que haya alguien que tome en serio la elección en el PRI. Andrés Manuel López Obrador será el candidato de la izquierda y Felipe Calderón Hinojosa y Roberto Madrazo Pintado lo serán de la derecha, aunque esta forma de enunciarlo parezca simplista, por lo que habrá que estar atentos para ver qué pasa con ellos y cómo se encaminan a sus respectivas campañas.
Lo que verdaderamente debe interesarnos y preocuparnos es que las próximas campañas no estén basadas en la descalificación del adversario o, peor aún, que se conviertan en competencias para ver quién logra tirar más lodo y quién puede salir mejor librado de esa práctica nociva para la política. La población en edad de votar afortunadamente ya tiene una noción clara de quién es quién, siguiendo sus trayectorias, enterándose de sus acciones de Gobierno o legislativas y analizando sus conductas en el ejercicio de la política. A lo que aspiramos los ciudadanos es a tener campañas donde se discutan con toda seriedad las propuestas de los candidatos y sus partidos, respecto a los principales problemas del país, así como la manera de enfrentarlos y resolverlos, de forma que los electores sepamos a qué se están comprometiendo de llegar a la Presidencia de la República.
Lamentablemente hay señales que no permiten pensar optimistamente, que más bien apuntan a la conformación de escenarios difíciles, complicados, según se desprende de los señalamientos de los mencionados candidatos, sus equipos o partidos, donde denuncian campañas de guerra sucia y amenazas de muerte. Esto puede derivar en situaciones por las que ya hemos pasado y que tienen que ver con asuntos que vayan desde la desconfianza de los electores que se traduzca en alto abstencionismo, hasta el asesinato político que pondría al país en una situación impredecible.
Por ello no dejaremos de insistir que el mejor antídoto para conjurar esto es la participación masiva, abrumadora, contundente de los ciudadanos, con lo cual se estará en condiciones de ir definiendo el rumbo de las campañas y contribuir a que el desenlace o resultado sea aceptado por todos los actores políticos, evitando los desgastantes conflictos poselectorales. La participación, es sabido que da legitimidad a los procesos, combate la cultura del miedo, aleja la tentación del fraude y ahuyenta los fantasmas del crimen.
Otro aspecto importante en relación con las campañas es el del poder de los medios y de la mercadotecnia, cuya capacidad para hacer de los políticos productos vendibles es impresionante. Aquí lo que cuenta es el factor económico, pues el costo de la publicidad en los medios, especialmente los electrónicos, es sumamente elevado. Está demostrado que los políticos de derecha, aliados a los grupos de poder económico, son proclives a las campañas mediáticas multimillonarias. Pero también se ha podido comprobar que al llegar a gobernar, su compromiso está con quienes los financiaron y no con el pueblo. De ahí que pueda resultar novedoso e interesante en estas campañas rumbo a 2006, que la izquierda y su candidato, quien a pesar de no contar hasta ahora con publicidad pagada, se encuentra muy arriba en las preferencias electorales, estén apostando a no entrar al juego de los medios, fundamentalmente del duopolio televisivo y estén impulsando una estrategia de contacto con la gente.
La movilización ciudadana, el convencimiento de persona a persona de las ventajas de votar por una opción política distinta a las que ya hemos padecido, el correr la voz como táctica de propaganda política, pueden esta vez dar resultado contra el inmenso poder de las televisoras, pues los mexicanos ya sufrimos el que nos dieran gato por liebre en la elección de 2000.
Quienes haremos la diferencia en el actual proceso electoral, que ya arrancó de hecho, somos los ciudadanos organizados, el pueblo en su conjunto, decidido a no permitir que manden los medios y el dinero. ¿Suena ingenuo? Probablemente, pero lo que pasó con el intento de desafuero de Andrés Manuel López Obrador me indica que no lo es tanto, que cuando la gente se decide por algo o alguien, no hay quién la detenga. La clave está en pronunciarnos y actuar masivamente a favor de lo que creemos, en defensa de lo que queremos y con plena conciencia que podemos. Las campañas apenas empiezan, esperemos y contribuyamos a que terminen bien.