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Palas Atenea

Gilberto Serna

De los asuntos que más me conmocionaron, por haberlo vivido de cerca, fue la muerte de la defensora de derechos humanos Norma Corona, sacrificada en el Estado de Sinaloa, presumiblemente por órdenes de un poderoso capo de la droga. Luego le seguiría Digna Ochoa, quien se cree fue asesinada por mafiosos que se dedican a la tala ilegal en el Estado de Guerrero. Del primero de los casos me enteré cuando acudí a una reunión convocada por el entonces secretario de Gobernación, en cuya mesa se encontraba el procurador de Justicia de Sinaloa, quien daba una detallada información repartiendo fotografías con el rostro de la persona a la que se consideraba como autor intelectual, pidiendo la cooperación para su detención. ¿Quién había de decir que poco después en el llamado Parque Hundido de la Ciudad de México el ya entonces ex procurador era abatido por un sicario cuando caminaba acompañado de su esposa?

En el segundo caso, poco se sabe. Las últimas novedades corrieron a cargo del procurador de Justicia del D.F. quien en rueda de prensa trató de demostrar que la abogada Ochoa se suicidó dándose de tiros. El motivo, es el más absurdo que haya usted escuchado en estos asuntos: que quiso con su muerte incriminar a alguien para vengarse de quienes la estaban acosando. No se ha sabido más por lo que se teme se haya corrido un velo para ocultar a los asesinos quienes a la fecha gozan de cabal salud. Hay en estos asuntos la presunción de que se protege a alguien muy poderoso. Los intereses en juego pueden llevar a los encargados de perseguir los culpables de un delito a hacerse los desentendidos y aun en casos extremos, a ponerse del lado de quien cuenta con influencias derivadas de sus contactos sociales o políticos.

Actualmente una periodista y defensora de los derechos humanos ha sido detenida por orden de autoridades de Puebla, las cuales utilizaron una fuerza excesiva. Ella es Lidia Cacho, quien escribió un libro que trata sobre el abuso sexual infantil a gran escala al que tituló Los demonios del Edén. En él hace referencia a que “El Rey de la Mezclilla”, radicado en Puebla, Kamel Nacif Borge, fue quien según versiones periodísticas, proporcionó un medio de transporte a su amigo y protegido, el pederasta Succar Kuri, para que huyera al extranjero donde ahora enfrenta un proceso de extradición. A raíz de esto presentó Nacif una denuncia contra la escritora y defensora de los derechos humanos a la que se le giró orden de aprehensión. Ahora la periodista será procesada por el delito de difamación al serle dictado un auto de formal prisión. Las niñas que originalmente acudieron a declarar lo que presuntamente hacía con ellas el pederasta, posteriormente se han retractado ante un notario público en Estados Unidos.

Esto mismo ocurrió a fines de los años sesenta en Torreón. Dos protervos miembros de nuestra sociedad, ambos de edad avanzada, se refocilaban con un grupo de menores a las que usaban sexualmente. Uno fue identificado y encerrado en prisión. Si usted lo hubiera visto tras las rejas pensaría que se trataba de un bondadoso abuelito alejado ya de las tentaciones mundanas Del otro se ignora quién haya sido, nunca se le identificó. En fin, no sabemos qué resultado tendrá la investigación en el asunto en que se involucra a “El Rey de la Mezclilla” que se dice, tiene una estrecha cercanía con Vicente Fox y la señora Marta Sahagún, por motivos empresariales.

Lo que indican fuentes jurídicas conocedoras del caso, es que el hecho que se atribuye a la periodista carece del sustento necesario para acreditar el delito que se le imputa. Es Minerva la diosa latina, identificada con la Palas Atenea griega, la justicia en la peor de comparecencias: con los ojos descubiertos y una cínica sonrisilla de complicidad.

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