Hoy en la noche, en un acto transmitido por Televisa sin costo para el PAN (costo económico, digo), debatirán los tres aspirantes a la candidatura presidencial de ese partido, y el próximo domingo se abrirán las urnas en diez estados en el tramo inicial de votaciones de la primera vuelta.
El primero de junio, Acción Nacional convocó a esta contienda, en que participan Felipe Calderón, Alberto Cárdenas y Santiago Creel. La primera vuelta se realiza en tres etapas, que se cumplirán el 11 de septiembre, y el dos y el 23 de octubre. Si ninguno de los aspirantes obtiene, al sumarse los votos de cada una de esas fechas, la mitad más uno de los sufragios, se efectuará una segunda vuelta, de alcance nacional, el seis de noviembre.
Este domingo votarán los panistas de Durango, Guanajuato, Hidalgo, México, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí, Tamaulipas, Tlaxcala y Zacatecas. En esta lista se incluyen cuatro entidades gobernadas por panistas, lo que no implica que haya un gran número de militantes inscritos en el padrón de ese partido en tales estados. En Tlaxcala, por ejemplo, el gobernador Héctor Ortiz salió del PRI y fue postulado por el PAN, pero es seguro que los sufragios que lo llevaron a la gubernatura no corresponden mayoritariamente a panistas. Debe decirse también que, a diferencia de la pauta priista, los gobernadores pertenecientes a Acción Nacional no son mecánicamente jefes de su partido en el estado, y que a veces quedan incluidos en corrientes minoritarias. Hay entidades como Zacatecas, en fin, donde el PAN no ha alcanzado significación, o la perdió.
La jornada dominical será la primera prueba fáctica del interés que el proceso interno despierta en los miembros del PAN, activos o adherentes, para quienes está reservado el voto. No se tienen precedentes que sirvan para prever lo que ocurra, pues el procedimiento se aplica por primera vez. Hasta 1993, el candidato presidencial panista fue elegido en una convención nacional citada ex profeso. En 1999, si bien se abrieron urnas para votación directa, sin delegados de por medio, la elección careció de atractivo pues la decisión de hacer candidato a Vicente Fox estaba más que consumada. No tuvo opositor alguno, por lo que esta es la primera vez que varios aspirantes contienden por la postulación.
Es probable que el debate de esta noche influya de modo determinante en los electores. Si es el caso, puede anticiparse que el beneficiario del ejercicio sea Calderón, pues en la forma y en el fondo de su discurso tiene ventajas sobre sus antagonistas. A diferencia de Cárdenas, que no ha sido legislador ni dirigente, y de Creel, que sólo perteneció a la Cámara una sola vez, Calderón tiene amplia experiencia en la discusión política, y de eso se trata en el ejercicio de esta noche. Calderón fue miembro de la Asamblea de Representantes del DF, en su legislatura inaugural, y dos veces perteneció a la Cámara de Diputados, y la segunda de ellas, en 2000, encabezó la bancada panista, la más numerosa en la historia de ese partido.
Calderón fue secretario general del PAN, durante la presidencia de Carlos Castillo Peraza, y en 1996 lo sustituyó al cabo de una intensa contienda en que derrotó a Ernesto Ruffo Appel, quien apenas unos meses atrás había concluido su gubernatura en Baja California, la primera obtenida por Acción Nacional, justamente el año en que cumplió medio siglo de existencia.
En cuanto a experiencia electoral, Calderón ganó por mayoría su diputación local en 1988, en el 39 distrito capitalino, pero fue derrotado al aspirar en 1995 a la gubernatura michoacana. En ese punto se asemeja a Creel, quien perdió el Gobierno del Distrito Federal en 2000. Ambos son excedidos en esta materia por Cárdenas, que ganó la alcaldía de Ciudad Guzmán y la gubernatura de Jalisco, y en consecuencia supera a sus contendientes en experiencia gubernativa, de la que Creel carece por completo y Calderón apenas probó, con unos meses en la dirección de Banobras y otros en la Secretaría de Energía.
La formación doctrinaria y política de Calderón, en cambio, lo coloca notoriamente por encima de sus contendientes (aunque está en el riesgo de confundir firmeza con autoritarismo). Si no implicara una connotación negativa (por referencia al Niño Verde), podría decirse que Calderón fue un Niño Azul, en el sentido de haber vivido el credo panista en su casa, con su padre Luis Calderón Vega, un fervoroso militante y dirigente, que escribió las Memorias del PAN. La relación entre ambos fue una ejemplar lección de respeto. Don Luis renunció a Acción Nacional, en el que había militado más de cuarenta años, cuando lo vio penetrado por el neopanismo empresarial a comienzos de los ochenta, y murió en 1989 fuera de las filas de ese partido. Eso no obstó para que Felipe, que alcanzaba los veinte años cuando su padre se fue del partido, se mantuviera dentro y desarrollara allí una carrera que hoy le permite participar en la contienda por la candidatura presidencial, de cuyo primer debate saldrá muy probablemente victorioso.
Ya ha obtenido triunfos por su discreción y su austeridad. Aunque no ha permanecido silencioso, se abstuvo de gastar millonadas en televisión, como hizo y hace Creel, ni cuenta con el apoyo de poderosos empresarios como Cárdenas. Tampoco es un ingenuo apóstol carente de intereses y compromisos, pero hasta donde es posible ver los ciñe a los de su partido en el que, a pesar de su juventud, ha militado durante más tiempo que sus contendientes.