Cada día suceden cosas inexplicables, al grado que en ocasiones nuestra realidad parece ser más bien un sueño. Estamos rodeados por las paradojas y, para darnos cuenta de esto, basta ojear las páginas de un periódico.
Hace tiempo, por ejemplo, leí que cerca de la mitad de los brasileños vive en la pobreza. A pesar de esta triste realidad, Brasil es el segundo mercado en el mundo de las lujosas plumas Montblanc y el noveno comprador de autos Ferrari. Además, en Sao Paulo las tiendas Armani tienen un mayor volumen de ventas que las ubicadas en Nueva York. Algo muy parecido sucede en México, lo cual no deja de ser sorprendente.
Es paradójico también que Carlomagno, quien es considerado como el creador de la primera gran biblioteca de Europa, fuera analfabeto; que Joshua Slocum, el primer hombre en dar la vuelta al mundo navegando completamente solo, no supiera nadar; y que Napoleón Bonaparte, el más francés de los franceses, en realidad no haya nacido en Francia.
Resulta increíble que Margherita Sarfatti fuera judía, siendo la mujer más amada por el antisemita Benito Mussolini, y, por otro lado, que los negros norteamericanos a pesar de haber sufrido la peor de las esclavitudes y discriminaciones, hayan sido los creadores del Jazz, considerado por muchos como la más libre de las músicas.
Hace años leí un reportaje del periodista Richard Swift en el cual relata sus vivencias durante un viaje por los campos de Ghana. En esta región africana, la mayoría de los pobladores se dedica a la siembra del cacao, el cual se vende a precios muy bajos a Suiza. Swift cuenta que al caminar entre los campesinos, de pronto sacó de su mochila unas barras de chocolate y comenzó a repartirlas entre aquellos sorprendidos hombres. Para su sorpresa, los cultivadores de cacao nunca habían probado el chocolate.
Así como en el mundo abundan las paradojas, en nuestro país parece que en ocasiones estamos inmersos en una de las pinturas de Dalí o en uno de los relatos de García Márquez.
Sólo en México los políticos gastan millones de pesos en cuestiones inútiles, mientras miles de personas viven en la más cruel de las pobrezas.
En Coahuila, por ejemplo, existen miles de ciudadanos agobiados por el rezago social y, a pesar de esta situación, el Gobierno del Estado ha derrochado millones de pesos en publicidad cual si viviéramos en tiempos de bonanza. No deja de ser inexplicable que el gobernador Enrique Martínez ordene tirar tanto dinero a la basura de lo publicitario, cuando esos recursos bien pudieran ayudar a alcanzar el bien común.
Estamos a unos días de elegir a quienes serán nuestros próximos gobernantes. Humberto Moreira ha demostrado una sorprendente habilidad para derrochar recursos con la finalidad de comprar conciencias. Jorge Zermeño, en cambio, fue un buen administrador público pues durante su gestión como alcalde de Torreón, emprendió numerosas obras con un presupuesto muy inferior a la importancia de esta ciudad. En cuanto a los candidatos a la Presidencia Municipal, debo reconocer que desconozco la capacidad administrativa de Eduardo Olmos y José Ángel Pérez. Sin embargo, no miento al afirmar que los gobiernos panistas han sabido emplear de mejor manera los recursos públicos.
En Coahuila lo paradójico abunda, y así seguirá siendo mientras continuemos con nuestro absurdo error de mantener en el poder a personas hábiles en la realización de acciones cuya explicación sólo se encuentra en sus propios intereses.
La decisión es nuestra. Elijamos al candidato capaz de recordar siempre que los recursos que están en sus manos son nuestros y deben ser destinados para servirnos a nosotros y no a sus propios intereses.
Si nos dejamos llevar ahora por los seductores mensajes de campaña, y por promesas populistas, entonces nuestro futuro será rico en paradojas y no en hechos que realmente traigan consigo una mejor calidad de vida.
javier_fuentes@hotmail.com
