El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, criticó una huelga que consideró "absolutamente inútil".
Roma, (EFE).- Italia vive hoy una huelga general, la sexta de la actual legislatura, en protesta por los Presupuestos para 2006 elaborados por el Gobierno de Silvio Berlusconi, que por su parte ha calificado la movilización sindical de "absolutamente inútil".
El paro, de cuatro horas, fue convocado por los principales sindicatos del país (CGIL, CILS y UIL) para denunciar una política presupuestaria que, a su juicio, está hecha de recortes que penalizan a los trabajadores y a las clases sociales más débiles.
Articuladas a nivel regional, las protestas comenzaron a primera hora de hoy con manifestaciones en varias ciudades del país, las principales en Roma y Milán, donde decenas de miles de personas salieron a las calles para pedir reformas que impulsen el desarrollo y la competitividad.
Mientras los sindicatos definieron como "imponente" el resultado de la huelga y aseguraron que fue secundada por entre el 80 y el 90 por ciento de los convocados, el Gobierno hablaba a mediodía de "un bajo nivel de adhesión".
La habitual guerra de cifras se reflejó, por ejemplo, en el caso de Fiat, ya que según las centrales el 80 por ciento de los empleados del grupo automovilístico respaldó la huelga, frente al dato del 18 por ciento que dio la empresa.
Los trabajadores del sector privado estaban llamados a paralizar su actividad durante cuatro horas, mientras que para los empleados públicos el periodo fue de ocho horas.
En los colegios y universidades el paro fue de una hora, de libre elección, igual que los transportes, aunque en este último caso con el cumplimiento de los servicios mínimos.
En el sector aéreo, en concreto, la compañía de bandera Alitalia se vio obligada a cancelar 230 vuelos, de ellos 105 nacionales y 125 internacionales.
El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, criticó una huelga que consideró "absolutamente inútil".
"Forma parte de un rito desgastado que no tiene ningún efecto", afirmó en Messina (Sicilia), a donde viajó para cerrar la campaña de las elecciones locales.
El líder del CGIL (el mayor sindicato del país), Guglielmo Epifani, consideró por el contrario que la protesta reflejó la desazón ciudadana "contra las opciones elegidas por un Gobierno que está llevando el país al declive".
Al frente de una manifestación que congregó en Roma a varias decenas de miles de personas, Epifani rechazó las declaraciones de Berlusconi y aseguró que la huelga es "un medio democrático que nadie decide nunca a la ligera".
También en Milán, donde según los sindicatos se congregaron unos cien mil manifestantes, el líder sindical Savino Pezzotta (CSIL) negó que el paro responda a intereses electorales con vistas a los comicios de la próxima primavera.
"La acción de hoy es un primer paso que sirve para indicar al actual Gobierno, y a quienes se preparan para desafiarle en campaña electoral, cuáles son las prioridades de país", dijo Pezzotta.
Los sindicatos exigen que la política económica del Gobierno de centroderecha que encabeza Berlusconi preste mayor atención a la recuperación del poder adquisitivo de los salarios, a las medidas de desarrollo y al relanzamiento de la economía de las regiones del sur, las más empobrecidas.
Consideran que los presupuestos de 2006, que contienen ajustes por cerca de 26 mil millones de euros, se centran en corregir las cuentas públicas en función de las exigencias de Bruselas y dejan de lado las necesidades de los italianos.
"Estos presupuestos no hacen nada para resolver dos puntos fundamentales, el escaso crecimiento de la economía y la tutela de los derechos de los asalariados", denunció en Palermo el líder de la UIL, Luigi Angeletti, que instó a "aumentar la competitividad y hacer inversiones en infraestructuras e investigación".
El de hoy es el sexto paro al que tiene que hacer frente la alianza conservadora que lidera Berlusconi desde que llegó al Gobierno, en 2001.