Los desastres naturales pegan por igual a la región del mundo en que éstos se desaten, sin importar que se ubiquen en países poderosos o en vías de desarrollo.
El reciente caso del huracán Katrina afectando frontalmente a los estados de Louisiana, Missisippi y Alabama demuestra la vulnerabilidad de cualquier clase de país ante los embates de las fuerzas ciegas de la naturaleza y cómo cuando se da un desastre de esas magnitudes no hay poder humano capaz de controlar las causas y los efectos de la conflagración.
Periodistas y residentes del área afectada comentaban en reciente reseña que las escenas desoladoras contempladas por ejemplo en Nueva Orleans semejaban cualquier desastre ocurrido en cualquier país tercermundista.
En el país más poderoso del mundo se han manifestado cruelmente los mismos problemas en la previsión de los efectos del meteoro, y sobre todo en la solución de la problemática derivada del mismo:
Reclamos airados por la inacción del Gobierno, corrupciones en la entrega de los recursos necesarios para la sobrevivencia de los afectados o para la reconstrucción de daños, escenas increíbles de auténtico bandolerismo en ocasiones incontrolable por las fuerzas del orden público; lentitud en la solución de los problemas urbanísticos, sociales, económicos y ecológicos planteados por el desastre.
Así por ejemplo las autoridades prosiguen las tareas de drenaje, única opción salvar la ciudad, pero expertos advierten que esta operación podría conducir a un desastre de enormes consecuencias ecológicas en toda la región. El agua que se está bombeando es la mezcla fétida de heces, restos de seres muertos y químicos: aimplemente cada una de las 150 mil casas que quedaron sumergidas bajo las aguas, representan un peligro potencial ecológico debido a todos los productos químicos de limpieza, gasolina, pesticidas y otros productos que abundan en los garajes y los fregaderos de las casas y eso sin contar fábricas o refinerías anegadas.
La Agencia de Protección Medioambiental (EPA, en sus siglas en inglés) calcula que 200 plantas de aguas residuales de Louisiana, Missisippi, y Alabama han sido afectadas por el huracán, así como casi todas las plantas de Nueva Orleans. La agencia rogaba que quienes hayan estado expuestos al agua de Nueva Orleans se laven concienzudamente con jabón y acudan al médico si tienen alguna herida abierta.
Para llevar a cabo el esfuerzo titánico de reconstruir Nueva Orleans, el presidente de Estados Unidos, solicitó últimamente al Congreso, fondos adicionales por valor de unos 51 mil millones de dólares primeramente para ayudar a los damnificados. Esta cifra hay que sumarla a los diez mil 500 millones de dólares en ayuda de emergencia que aprobó el Legislativo la pasada semana.
Según el líder de la minoría demócrata del Senado, Harry Reid, serán necesarios al menos otros 150 mil millones dólares para hacer frente a los esfuerzos de asistencia en Nueva Orleans y las zonas costeras afectadas.
Los daños provocados por el Katrina podrían acarrear un descenso del uno por ciento en el crecimiento económico de EUA y la pérdida de 400 mil empleos, según la Oficina de Presupuesto del Congreso.
EL MILAGRO ECONÓMICO Y SOCIAL DE SINGAPUR
Comentábamos en estas mismas páginas la semana pasada acerca de esa magnífica iniciativa desarrollada conjuntamente por la Secretaría de Educación Jalisco, junto a seis de las más prestigiosas universidades asentadas en la zona urbana de Guadalajara, para concretar la necesaria vinculación que debe existir entre la Empresa y la Escuela, para lo cual se escogió como marco para el diálogo productivo entre estos dos entes fundamentales para la vida social, la consideración a fondo y durante toda una semana, de alguno de los siguientes países asiáticos: Corea, Singapur, India, China y Japón.
Correspondió a la Universidad Panamericana campus Guadalajara ser anfitriona de Singapur, notable milagro económico social de finales del siglo XX y principios del XXI dado que en una extensión equivalente a la mitad del Distrito Federal: 647.5 kilómetros cuadrados, y con una densidad de población de más de seis mil habitantes por kilómetros cuadrados; México se encuentra en el orden de los 52, sin recursos naturales o minerales, han alcanzado en cuatro décadas multiplicar en 130 veces su Producto Interno Bruto y en 50 veces su Ingreso Per Cápita, lo cual significa que han alcanzado un nivel de vida, prosperidad y productividad únicos en el mundo.
El secreto de ese milagro singapurense está basado en la enorme capacidad productiva propugnada, fincada en el hecho de buscar siempre una calidad en los bienes y servicios producidos que sea superior a la que puedan dar sus competidores.
Esto que se dice tan fácil ha tenido que partir de una apuesta estratégica desarrollada por el Gobierno encabezado durante 26 años por el primer ministro fundador de ese estado ciudad asiático: Lee Kuan Yew y que consistió en potenciar al máximo no sólo la calidad de la enseñanza, sobre todo en sus niveles más elementales, y en las ciencias matemáticas principalmente, sino también incidiendo en el desarrollo de actitudes y virtudes en los educandos, haciendo que trascendiera el sistema instruccional para convertirse en auténtico sistema educativo formador de inteligencias pero también de voluntades.
Así la revolución educativa comenzó modificando planes de estudio de la enseñanza preescolar y primaria; pero sobre todo capacitando de modo especial a los profesores de dichos niveles y retribuyéndolos de acuerdo a esa capacitación y esa importancia brindada a la educación básica, para de ese modo exigirles que los conocimientos que impartieran a tan tierna edad, pero sobre todo que la incidencia que tuvieran en la formación de virtudes en los educandos para ser más laboriosos, estudiosos, puntuales y cumplidos fuesen principios que se inculcaran en edades tempranas y fuesen continuadas en las siguientes etapas del desarrollo escolar hasta llegar a las universidades o centros de enseñanza técnica.
Tales virtudes no sólo quedaron en el ámbito de la individualidad del educando sino procuraron incidir en el desarrollo de su potencialidad social con énfasis en los aspectos de civismo y orden urbano, teniéndose al país absolutamente libre del flagelo de la delincuencia organizada y del narcotráfico, aun a pesar de las increíbles reservas financieras y el enorme nivel adquisitivo de la mayoría de sus habitantes.