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Selección de Emilio Herrera M.

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Es sumamente difícil lograr una definición de Francia, y aún más de esa gran Francia cultural que añade al exágono la Suiza y la Bélgica francesas, el Canadá francófono y algunas islas y minorías coloniales. Es decir, ?el mundo francés? o la ?francofonía?: eso es todo.

Pero el espíritu francés es definidor por naturaleza y por esencia, hasta tal punto que un moralista pudo decir que el francés cree en la definición como el indígena en su fetiche. Todas las grandes obras filosóficas francesas desde los tratados de Abelardo al Discurso del Método, desde la Enciclopedia a las obras de Alaín, son fundamentalmente ensayos de definición.

Por otra parte, desde que los franceses se expresan en francés, y hace de ello diez siglos, no sólo no han estado callados un instante, sino que han hablado de sí mismos y de su país con una abundancia, una delectación y una incontinencia, únicas en el concierto de las naciones. La literatura francesa es la más documental de las literaturas conocidas, incluso en lo geográfico, histórico y etnográfico. Otros países como Alemania, Inglaterra y Rusia sienten necesidad de una base porque son naciones que se buscan a sí mismas, como masas en movimiento a lo largo de la historia, y realidades futuras con raíces poco firmes; en cambio, Francia ?es? y se impone como una evidencia. Una evidencia no se define. Y el francés sabe que realiza lo ?humano? con la mayor perfección posible.

Cualquier comentario sobre Francia, sea turístico, humorístico o festivo, aparece imbuído de no se sabe qué vibración mística que persuade incluso a los extranjeros de que la patria de los franceses no es como las demás patrias, y esa evidencia se eleva a la categoría de mito plenamente encarnado. Este mito, sentimiento casi sagrado, se canta más bien que se analiza.

Un ejemplo todavía más sorprendente. Las palabras ?dulce Francia? que aparecen por vez primera en la ?Chanson de Roland?, resuenan a través de toda la literatura francesa, desde Carlos de Orleans hasta Charles Trenet, con idéntica carga poética y sin que jamás se considere puro amaneramiento.

En la ?Enciclopedia de Diderot? puede leerse: ?La patria es un territorio cuyos habitantes sienten todos interés en conservar; que nadie quiere abandonar, porque la felicidad no se abandona y donde los extranjeros hallan asilo?.

LEON THOORENS. HISTORIA UNIVERSAL DE LA LITERATURA. FRANCIA. DEL MEDIOEVO A LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL. EDICIONES DAIMON, MANUEL TAMAYO. MADRID ? BARCELONA ? MÉXICO. 1977.

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