EL GRAN VERDUGO DE FRANCIA (1863-1939)
Anatole Deibler, el gran verdugo de Francia, falleció víctima de un ataque al corazón en el metro de París, cuando viajaba para cumplir su misión número cuatrocientos uno. Tenía setenta y seis años de edad; era apuesto, de hablar tranquilo; se parecía a Poincaré pero era más atractivo; le gustaba ir a pescároslo y fue el último en llevar el apellido de la familia que era de procedencia bávara y que había proporcionado a Francia verdugos durante ciento diez años. Se le conocía como ?Señor de París?, ya que desde hacía siglos los verdugos de Francia han tomado el título de su ciudad de residencia. Hasta que Napoleón III, para reducir gastos, nombró un decapitador nacional, cada provincia había tenido su verdugo. El padre de Deibler, Louis, que fue el último verdugo que usó el capirote cuando cumplía su deber, fue originariamente ?Monsieur de Rennes?, el verdugo de Bretaña.
Se casó con la exótica Zoé, hija de Rasseneux, cabeza de otro famoso clan de verdugos. Rasseneux trabajaba como Monsieur d?Alger. Anatole Deibler no deja heredero varón, (un problema tan grande para un verdugo como para un rey, ya que ambas profesiones son dinásticas). El único hijo de Deibler murió cuando era niño a causa de un accidente provocado por un empleado descuidado de una droguería que le dio una receta venenosa. En nuevo Monsieur de París es André Obrecht, el valet de Deibler (como se denominaba a su asistente y sobrino). Quiso ser yerno de M. Deibler , pero Mme. Deibler dijo que prefería ver a su hija muerta que casada con un verdugo. La familia de Mme. Deibler está relacionada por casamiento a los Desfourneaux un clan de verdugos aún más antiguos que el de los Deibler. Ella y su marido se conocieron en las reuniones de la Sociedad Ciclista de Auteuil. Deibler fue un apasionado ciclista y corría con los colores de su club. Cuando murió, había sido verdugo oficial del país durante cuarenta años. Su último aumento de salario le proporcionó unos dieciocho mil francos anuales. Ya que su trabajo no tenía beneficios sociales, decía que no podía permitirse el lujo de renunciar.
JANET FLANNER. PARÍS FUE AYER. 1925-1939. EDICIONES GRIJALBO, S. A. BARCELONA ? BUENOS AIRES ? MÉXICO, D. F.