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Selección de Emilio Herrera M.

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En el momento de la conquista de España por los moros, los francos tuvieron ahora frente a frente a un enemigo monstruosamente fuerte, y Pepino de Heristal se estaba muriendo. Había sido un enérgico mayordomo de palacio y su muerte sería muy perjudicial. Peor aún; frente mismo al enemigo, ya había comenzado una disputa mortal para elegir a su sucesor.

Pepino trató de asegurar la paz legando el cargo a su hijo Grimoaldo II, pero había una manera muy fácil de anular este legado. Los nobles contrarios a Pepino planearon el asesinato de Grimoaldo. Puesto que Pepino mismo estaba, evidentemente, cerca de la tumba, parecía que esta acción podía ser llevada a cabo impunemente.

Pero Pepino se levantó y postergó su muerte por un supremo esfuerzo de voluntad; en una última batalla, derrotó a la oposición... y murió en diciembre de 714.

Pero el daño estaba hecho. Muerto Grimoaldo, la guerra civil continuó, mientras los moros observaban desde los Pirineos.

Los hijos legítimos de Pepino estaban todos muertos, pero la reina trató de dominar esta situación en nombre de sus nietos, los hijos del difunto Grimoaldo. Un gobierno formado por una reina y por niños no era muy atractivo, y de todos modos a los neustrianos no les agradaba la idea de ser gobernados por austrasianos. Se lanzaron a la rebelión. (Por supuesto, había un rey merovingio, Dagoberto III, que por entonces reinaba sobre Neustria y Austrasia, pero no importaba a nadie).

Pero había otro personaje en escena. Pepino de Heristal había tenido otro hijo, un hijo ilegítimo, que contaba veintiséis años en el momento de la muerte de su padre. El nombre del joven era Karl, y este nombre tiene una interesante historia. Proviene de una antigua palabra teutónica que designa a la clase inferior de los hombres libres; luego se degradó aún más y fue aplicada a los siervos. La palabra inglesa ?churl? (patán) tiene el mismo origen.

Su aplicación al hijo de Pepino quizá fue un apodo cariñoso del padre que indicaba el bajo nacimiento del muchacho. Sin embargo, más tarde Karl se cubrió de tanta gloria (y lo mismo, mucho más aún, su nieto y tocayo) que el nombre, originado en los establos, por así decir, se convirtió en nombre favorito entre la realeza de Europa Occidental. Lo llevaron reyes de Austria, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Hungría, Italia, España y Suecia. Y de todos ellos, Karl, el hijo de Pepino, fue el primero. La forma latina del nombre es Carolus, por lo que los descendientes de Karl son llamados carolingios.

Sin duda, el nombre germánico Karl nos es más conocido en su forma francesa, Charles (y para los hispanohablantes en la forma española, Carlos). Como Karl, posteriormente, descargó golpes militares como un martillo, es más conocido en las historias de lengua española como Carlos Martel (Karl el Martillo).

La esposa de Pepino hizo poner en prisión a Carlos Martel inmediatamente después de la muerte de aquél, pues comprendió que sería un gran peligro para el gobierno de sus nietos. Pero el poder de ella quedó anulado cuando los neustrianos la derrotaron en batalla. Carlos escapó, se puso al mando de las desmoralizadas fuerzas de Austrasia y derrotó a los neustrianos dos veces. Obligó a la esposa de Pepino a reconocerlo como señor de Austrasia y luego avanzó sobre Neustria, donde obtuvo un nuevo triunfo.

Durante más de diez años Carlos Martel luchó para consolidar el ámbito franco bajo su gobierno, como lo había estado bajo su padre; mientras tanto, los moros se hicieron cada vez más amenazadores.

Al sur de Neustria, entre el Loira y los Pirineos, estaba Aquitania, la tierra de la cual había surgido el primero de los reinos germánicos en suelo romano, el Reino de Tolosa.

Clodoveo había arrancado Aquitania al visigodo Alarico II más de dos siglos antes, en su última y más grande conquista, pero nunca había formado parte firmemente del Reino Franco. Conservo cierta independencia bajo su propio linaje de duques, y una cultura mucho más romana y civilizada que la de las tierra franquizadas de Neustria (para no hablar de la Austrasia, puramente germánica).

Cuando los moros conquistaron España, Aquitania estaba bajo el poder de un duque llamado Eudes. Eudes trató de aprovechar las guerras civiles que siguieron a la muerte de Pepino de Heristal para consolidar su completa independencia, y habría tenido éxito de no ser por la amenaza mora.

ISAAC ASIMOV. LA ALTA EDAD MEDIA. HISTORIA UNIVERSAL ASIMOV. ALIANZA EDITORIA. EL LIBRO DE BOLSILLO. MADRID 1982.

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